Faltaban quince minutos para la medianoche y Rafael Nadal cerró los ojos con gesto de dolor. El número uno del tenis mundial, parado sobre el borde de una tarima con los pies mirando hacia afuera, hizo un estiramiento hasta tocarse la punta de los pies. Bajó con dificultades y siguió caminando casi como si pisara huevos.

¡Eh, Rafa! ¿Quieres una botella de agua fresca?, le gritó un periodista al número uno del tenis mundial, que acababa de perder ante el serbio Novak Djokovic la final del Masters de Londres. Con los ojos entrecerrados y aparentemente ya sin fuerzas para siquiera girar la cabeza, el español agradeció a su compatriota el ofrecimiento mientras abandonaba a paso lento la sofocante sala de prensa: No gracias, macho.

Era el final de una larga temporada que comenzó un mes tarde debido a una doble lesión de rodilla que lo tuvo parado siete meses ¿El final? Tras años clamando por lo largo que se le hace el año, Nadal voló hoy en un avión privado rumbo al Caribe. ¿Destino? La isla Necker, propiedad privada de Richard Branson, el millonario y emprendedor británico.

Nadie en su sano juicio rechazaría una invitación a ese paraíso que ya visitaron Djokovic, John McEnroe o Tommy Haas, entre otros. Nadal, jugador de imagen impecable y cada vez más dotado para las relaciones públicas, dijo estar feliz de volar al Caribe, porque allí podrá recaudar dinero para su fundación.

EL NÚMERO UNO NO DESCANSA No es una exhibición, pero la verdad que no tengo del todo claro lo que es. Lo estudiaré bien en el vuelo. Pero estoy muy feliz de ir a Necker Island invitado por Richard Branson y de poder recaudar dinero para mi fundación, explicó.

Creo que estará Ana Ivanovic, no sé si Serena Williams, añadió el español, que días antes había lanzado una frase lapidaria a los periodistas. Según Nadal, aquellos que opinan que jugar exhibiciones tras el final de la temporada es un desgaste no tienen ni idea de lo que es el deporte en sí.

Me hace ilusión conocer sitios diferentes, sitios que no conocemos. La presión es totalmente diferente. Yo juego al cien por cien en las exhibiciones, pero no tengo un estrés mental. Jugar exhibiciones no te perjudica ni física ni mentalmente.

Así, Nadal saltará del Caribe a una exhibición en Lima, Perú, ante su compatriota David Ferrer. Luego volverá a encontrarse con Djokovic en Santiago de Chile, para de inmediato cruzar los Andes, jugar dos exhibiciones con David Nalbandian en Argentina y otra con Djokovic nuevamente.

RECORRIENDO EL MUNDO Las seis semanas libres de noviembre y diciembre, gracias a la reducción del calendario operada por la ATP tras años de insistencia de los jugadores, tienen un efecto un tanto paradójico: buena parte de los tenistas se lanzan a recorrer el mundo en largos vuelos nunca en clase turista para disputar exhibiciones.

Por un lado está el aspecto personal: así pueden visitar ciudades y países que no figuran en sus escalas habituales en el circuito y tomar contacto con el público y con mercados que de lo contrario nunca se acercarían al ídolo. Pero también hay un gran aliciente económico. Las elecciones son un importante negocio, Roger Federer lo comprobó cobrando dos millones de dólares por cada partido de su gira de exhibiciones sudamericanas en 2012.

No se trata de un tema de vacaciones, argumenta Nadal cuando se le marca la incongruencia entre sus históricas quejas sobre el exceso de torneos, viajes y exigencias y el lanzarse a una gira por cuatro países cuando podría, por fin, descansar.

Se trata de un tema de desgaste mental, de enfrentarse semana tras semana a los mejores del mundo jugando al límite. Eso estresa, y cuando uno está estresado las lesiones son más probables.

Y yo no me he quejado por lo larga que es la temporada, sino por la cantidad de torneos que es obligatorio jugar, aseguró el tenista de 27 años, que a lo largo de su carrera sufrió importantes lesiones que pusieron en duda sus posibilidades, aunque al final su tenis y su mentalidad se impusieron: número uno del mundo y 13 títulos de Grand Slam en sus alforjas.

El español aseguró que combinará las exhibiciones con algo de turismo, pero el 26 de noviembre ya estará en España para hacerse un chequeo, en especial de la rodilla.

Hasta el 9 o 10 de diciembre tendré descanso y luego trabajaré duro 15 días de diciembre antes de irme a Abu Dabi y Doha para empezar la temporada. No llegaré en las mejores condiciones físicas y tenísticas, pero espero que esos dos eventos me den la posibilidad de ponerme a punto.