Toronto 2015: Inés Melchor y sus rivales en los Panamericanos
María José Fermi

Santa Inés no ha sido canonizada, pero se cuentan miles entre sus fieles. La admiran, la siguen, quieren ser como ella. Melchor Huiza es la profeta del fondismo andino en el Perú. Aunque muchos vinieron antes, con ella se fortalece un movimiento atlético nacido en el corazón de la sierra que hoy se expande a gran parte de la cordillera. ¿Cómo se convirtió una chiquilla de Acobambilla en las piernas y los pulmones de todo el Perú?

Han pasado 16 años desde que debutó en las carreras. Tenía 13, era una competencia de 5 kilómetros en el colegio, no se había preparado y se inscribió porque sí. Ganó. Iluminado, Mauricio Rivera, su profesor de educación física, la adoptó en sus entrenamientos. Los 3 mil metros planos eran el objetivo. De ahí vendrían los 5 mil. Llegaron los campeo natos nacionales y los internacionales. Los Sudamericanos de menores, los Panamericanos Juveniles, los Juegos Bolivarianos, Sudamericanos y Panamericanos. En todos subió al podio. Inés, aunque pequeñita, era imbatible en las pruebas de medio fondo.

“Desde muy chica su estilo fue siempre notable: nunca se dejaba desafiar por nadie en la pista”, dice Marita Letts que, además de tesorera de la federación de atletismo, ha sido jefa de un sinfín de delegaciones peruanas en el extranjero y conoce a Inés desde el 2000.

Sin superar el metro sesenta, era casi lógico para sus rivales ver en la peruana a una contrincante fácil de sobrepasar. Marita recuerda a una brasileña que quiso adelantar a Melchor en un Sudamericano Juvenil en Guayaquil. La huancavelicana le llegaba al hombro, pero no se dejó. “Inés es eso; un corazón y una garra tremenda”.

Eso y una frecuencia de zancadas impresionante. Aunque Melchor es menudita y sus piernas no son las de una atleta africana, la velocidad con la que da los pasos le juegan a favor. “Ella apuntaba a los 5 mil metros. Cuando fue dando los saltos y subió a los 10 mil fue impresionante. Ya cuando incursiona en maratón era algo mayúsculo”, explica Patrick Espejo, periodista deportivo que sigue a Melchor desde que esta compitió en su primer nacional usando un short de futbolista.

El gran salto La idea de trepar hasta los 42 kilómetros fue de su entrenador Pedro Kim. Inés no quería, acababa de ganar el bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 en los 5 mil metros, pero el coreano insistió. “Me daba un poco de flojera pasar de correr media hora [lo que le tomaban los 10 mil metros] a estar dos horas y media en carrera”, explicó la huancavelicana. Kim le dijo que como maratonista podía convertirla en medallista olímpica. Y para Inés, que en Atenas 2004 había llegado última en su serie de 5 mil metros, esa era una propuesta irresistible.

 En su primera maratón, Melchor clasificó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Y, casi cinco meses después, ya en la capital inglesa, Inés cruzó la meta en el puesto 25 como la primera latinoamericana y con un nuevo récord sudamericano.

Desde aquella mañana hasta hoy, la peruana ha entrenado –y ganado– tanto en 5 mil y 10 mil metros, como en 42 kilómetros. “Las distancias más cortas me ayudan a trabajar mi velocidad para las pruebas más largas”, dice ella.

Ahora, en Toronto, Inés Melchor Huiza estará en la partida tanto en la maratón como en los 10 mil. La peruana espera ser la primera en la llegada también. Podríamos pedir el milagro, pero a esta santa no le hace falta.

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