Eduardo Coudet logró su primer título como entrenador en la Superligar argentina con Racing, donde demostró que aprendió de sus propios errores. | Foto: AFP
Eduardo Coudet logró su primer título como entrenador en la Superligar argentina con Racing, donde demostró que aprendió de sus propios errores. | Foto: AFP
Leonardo Torres Cueva

Siempre con el corazón en la mano y la vista en el otro arco, pudo conseguir su primer título como profesional. Antes con Rosario Central, hoy con , el ‘Chacho’ supo enamorar al público con fútbol ofensivo.

De Sebastián Sosa a Gabriel Arias. El ‘Flaco' Donatti presente. De Damián Musto a Marcelo Díaz. De Marco Ruben a Lisandro López. Siempre Eduardo Coudet sin cambiar las convicciones en cuanto a su visión de juego. Arquero seguro con las manos antes que con los pies, un zaguero con voz de mando, un volante central con capacidad de mando y un líder colectivo y espiritual como su goleador. Hay aspectos que no cambian, solo mejoran.

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ROSARIO CENTRAL, EL INICIO

El 15 de diciembre del 2014, tras la salida de Miguel Ángel Russo, Eduardo Coudet inició oficialmente su carrera profesional como entrenador en Rosario Central. En tres años (2015-18), Coudet se hizo ídolo en el 'Canalla’ con buen fútbol, picardía y mucha entrega. Los hinchas se ilusionaron con un equipo que demuestre lo mismo.

Con un plantel cabizbajo por constantes fracasos, el ‘Chacho’ supo sacar la mejor versión de cada uno de sus jugadores, pero para ello necesitó y forjó líderes dentro del plantel. Con normas claras y mucha disciplina, Rosario Central practicó el mejor fútbol en la liga argentina, disputando torneos locales, dos finales de la Copa Argentina y una recordada Copa Libertadores 2016 (cayeron en cuartos de final frente ante quien terminó siendo campeón, Atlético Nacional).

Coudet necesitaba seguridad en el arco y con Sebastián Sosa la tuvo. Un central de jerarquía que supiera sacar la pelota por abajo, Eduardo Donatti. Un volante central que ordene al equipo y que tenga mucha riqueza técnica, Damián Musto. El '10' infaltable, Franco Cervi, y el delantero líder, capaz de soportar todo tipo de críticas, Marco Ruben.

Con la columna vertebral armada y la idea ofensiva muy clara, Rosario Central encontró dinámica necesaria para encontrar goles y cerrar partidos con marcadores abultados. A los ya mencionados, consolidó jóvenes como Giovanni Lo Celso o Walter Montoya.

Sin embargo, siempre falló en la decisión final. El paso decisivo hacia un título no lo dio de la manera correcta. En la Libertadores, no hubo reacción en aquel partido en Colombia cuando fueron eliminados por Atlético Nacional. En las dos finales de la Copa Argentina, los cambios no fueron los mejores para superar a Boca y River, respectivamente. Tuvo que retirarse del equipo con la sensación de lo que pudo ser.

LA REVANCHA

De mayo a octubre del 2017 vivió su peor etapa como entrenador en los Xolos de Tijuana, en la Liga MX. No pudo conectar con el equipo y no deslumbró como aquel Central de temporadas pasadas, pese a que contó con una columna vertebral parecida.

En diciembre del mismo año fue nombrado estratega de Racing Club de Avellaneda. De inmediato, con su cuerpo técnico, eligieron a Lautaro Martínez como el pilar del nuevo proyecto. Con juego vistoso y ofensivo, ‘La Academia’ recobró sensaciones positivas de cara al futuro; sin embargo, la venta de su nueva estrella y las constantes lesiones de su plantel lo llevaron a no clasificar a la Copa Libertadores 2019 y quedar lejos de algún título.


Todo cambió para la temporada 2018-19. Eligió a su plantel y formó un grupo muy unido con líderes visibles y muchas variantes desde el banco. Pese a no tener grandes nombres, potenció a jóvenes como Matías Zaracho, Augusto Solari, entre otros.

Encontró seguridad en el arco con el chileno Gabriel Arias, uno de los mejores de la Superliga Argentina. En defensa, jerarquía con el 'Flaco’ Donatti, guerrero de mil batallas. En la volante, un mariscal como Marcelo Díaz y un '10' revoltoso como Ricardo Centurión. Adelante, el líder del equipo, Lisandro López.


Punteros desde la fecha 4 de la Superliga Argentina, Racing terminó siendo el justo campeón. Aprovechó la coyuntura: River y Boca perdieron la cabeza en la Copa Libertadores pasada, Independiente con altibajos y San Lorenzo peleado con el buen fútbol. Los de Avellaneda, a falta de una fecha, gritaron campeones con el mejor ataque (42 goles), la mejor defensa (15 tantos en contra), el goleador Lisandro López (17 conquistas), el que más veces remató a portería (128 veces) y el que más pases dio (11.338).

Eduardo Coudet convenció a sus jugadores con su manera de ver el fútbol. | Foto: AFP
Eduardo Coudet convenció a sus jugadores con su manera de ver el fútbol. | Foto: AFP

No obstante, no todo fue fácil durante el torneo: siempre criticado por no conseguir superar a los grandes (2-2 frente a Boca, 0-2 frente a River), no ganar la Copa Argentina y compararse con los demás que peleaban por cosas importantes internacionalmente.

Durante el camino tuvo que soportar duras críticas, resultados rocosos (0-0 con Banfield en la fecha 13, 1-1 con Colón en la 22), pero nunca perdió el buen humor y nos desvió el foco del objetivo.

Con lo aprendido en Rosario Central, cuando se les escapó el torneo local en las últimas jornadas frente a Boca en el 2015, Coudet sabía que hacer para potenciar a los suyos en los momentos finales.


No soportó indisciplinas como la de Ricardo Centurión en cancha de River (el jugador lo empujó a vista de todo el estadio). Decidió separarlo del plantel; y cuando Defensa y Justicia lo apretaba, consiguió fichar a Darío Cvitanich, otro delantero de jerarquía para dar ese puntillazo final y conquistar la gloria.

Un Racing que será recordado por su líder, que le dio una identidad dinámica, juego vistoso y vertical para llegar al área rival con mucha facilidad. Declaraciones en conferencia muy divertidas pero con mucho sentido, sin perder la credibilidad, siempre fue frontal y honesto con la prensa.

Frases memorables como la última: "Dame un grupo de hombres que se quieran entre sí y te devolveré un equipo de fútbol moralmente indestructible". Unos segundos después: "Y bue..., tenía que tirar una frase. Viste que Alfaro tira mil y yo tiré una sola"; quedarán en la memoria. Sin embargo, lo que será difícil de olvidar será su progreso como entrenador y la confirmación que aprendió de los errores y se convirtió en un técnico ganador.

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