Rafa ha ganado trece Roland Garros y este año en París apunta a superar el récord de 20 Grand Slam de Federer. (Foto: EFE)
Rafa ha ganado trece Roland Garros y este año en París apunta a superar el récord de 20 Grand Slam de Federer. (Foto: EFE)
/ Rodrigo Jiménez
Ricardo Montoya

No es el mismo que el de la estatua. En los últimos años ha acumulado lesiones y ha perdido pelo. Da igual, su mirada no puede ocultar el orgullo. No es frecuente que un deportista tenga una efigie cuando todavía está en plena actividad. Es más extraño aun que siga siendo el máximo favorito del torneo que le erigió el monumento vanguardista. Su victoria en paga menos de dos dólares. Increíble para alguien que el próximo jueves cumple 34 años. Merecido, además.

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Esa no es la única razón por la que Nadal sonríe. En toda esta temporada de arcilla ha perdido apenas dos veces. La primera, ante el “Lagarto” Rublev, en Montecarlo. La segunda frente a Zverev en la altura de Madrid, donde la bola corre más rápido. En ambos reveses Rafa estuvo lejos de su mejor forma. Igual pudo ganarle un set al ruso. Con Sasha se tomó el desquite una semana después. En su nivel óptimo Rafa no tendría problemas con ninguno de ellos. Para jaquear al rey en sus dominios el alemán tendría que servir magníficamente y Rublev ofrecer el partido de su vida. Las amenazas son otras.

Perder un partido no es lo mismo que sentirse superado. A veces jugando un buen tenis, el otro está inspirado y te avasalla. Le pasó a Rafa tres veces en la gira de polvo de ladrillo. Curiosamente con esa insólita capacidad de convertir el calvario en épica, Nadal rescató tres triunfos laboriosos. Tsistipas, Shapovalov y Djokovic trastabillaron en los momentos claves y Rafa, dueño como siempre, de una seguridad sin fisuras, aprovechó para doblegarlos. El hombro del canadiense lo ha obligado a retirarse antes de que empiece el torneo. Quedan dos en el camino.

“El mayor desafío de nuestro deporte es sin duda tratar de vencer a Rafa en Roland Garros. La cancha es inmensa y si llueve es prácticamente imposible batirlo” ha dicho Djokovic que fue desdibujado por Rafa en la final del 2020 en París. La semana pasada en Roma lo hizo bastante mejor. Perdió con Nada,l es cierto, pero le arrebató una manga y tuvo oportunidades de quedarse con el triunfo. El día anterior había tenido que competir durante cuatro horas y media para meterse en el partido decisivo. Destronar a Rafa en su torneo es una motivación enorme. El Everest de cualquier tenista.

Otro de los riesgos de Nadal en París tiene raíces helénicas: Stefanos Tsitsipas. El vertiginoso ascenso del griego es inevitable. Más temprano que tarde va a superar a Rafa y a Nole cuando se enfrenten. La idea de Nadal es postergar ese asalto a la cumbre lo más que se pueda. Stefanos está muy cerca. Es una preocupación seria.

Otros nombres ilustres como Medvedev y Thiem, candidatos a las instancias finales, llegan “tocados” a Francia. Dannil superó el Covid 19 hace muy poco tiempo y Thiem lidia con una dolorosa fascitis plantar, que lo hizo caer en primera ronda ante Andujar. Si superan la primera semana no habrá que perderles el rastro. ¿Y su Majestad? Roger, a esta altura, en tierra batida puede sortear algunas rondas, pero no tiene una oportunidad real contra los especialistas. Lo valioso es que, sabiéndolo, intente competir.

Así las cosas, Rafa y sus cuatros pelos locos esperan estar a la altura de la estatua. Y parecérsele. Su camino se inicia contra con el ascendente Popyrin, en primera ronda. Más adelante en el mismo lado del cuadro están Federer y Djokovic. El serbio le vería la cara en semifinales. El desafío de Nadal es enorme. Tan grande como sus ganas. Rafael quiere seguir pintando en Paris.

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