De fuerte zurdazo, Pizarro marcó su último gol con Perú ante Venezuela en el 2015. (Foto: Alan Ramírez / GEC)
De fuerte zurdazo, Pizarro marcó su último gol con Perú ante Venezuela en el 2015. (Foto: Alan Ramírez / GEC)
/ ALAN RAMIREZ
José Antonio Bragayrac

Como si no bastara con el abrazo; Paolo Guerrero, Yordy Reyna, Joel Sánchez y Juan Manuel Vargas hacen un círculo espontáneo con y apoyan sus cabezas uno con otro. Se felicitan, se alientan y se dan indicaciones envalentonados por la adrenalina y con la mirada de reojo sobre Ricardo Gareca. Se aprietan. Juntos, con el alivio de los soldados que se reencuentran tras el combate. Juntos, compartiendo el sudor de la alegría y la efervescencia de la calma por ese gol que tanto habían deseado y que ahora convertía al delantero de la más resistido de las últimas dos décadas, en héroe.

En la imagen aparecen todos juntos, disfrutando –sin saberlo- el último gol del ‘Bombardero’ con la franja en el pecho la noche del 18 de junio del 2015.

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/ Jorge Saenz

Veinticuatro días antes, al mediodía, Ricardo Gareca se acomoda un mechón rebelde que lo interrumpe en medio de una conferencia de prensa. Hace un viento suave que parece esculpir su rostro adusto y para mitigar esa ansiedad propia de las primeras veces, cruza los brazos frente al micrófono y contempla a los hombres de prensa como quien se sabe rodeado por el enemigo: había terminado de anunciar a los 23 convocados para la Copa América 2015 y se prepara para defender a ultranza la inclusión de Christian Cueva.

Sabe que, además de sorpresiva -por los últimos capítulos personales del entonces volante de Alianza Lima-, la decisión se convertirá en el primer reclamo popular en contra de su gestión. Y es que incluir al muchacho trujillano obligaba a un sacrificio difícil de digerir para la tribuna: dejar sin torneo al risueño y carismático Cristian Benavente.

La convocatoria de Pizarro no despertó aliento ni reclamos, era más bien una consecuencia natural de la falta de jerarquía en la competencia por el puesto. El artillero llegaba al torneo con números discretos: 76 partidos y 19 goles en dieciséis años. Tambaleante por su poca fortuna frente a los arcos y los continuos malos resultados, el ‘Bombardero’ representaba a sus 36 años un liderazgo con poco arraigo afectivo en el público. Y así, tras perderse el debut ante Brasil (derrota por 2-1), el panorama recién comenzaba a serle propicio producto de la ausencia de Jefferson Farfán en las prácticas.

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Era la tarde del 16 de junio y en el Hotel La Frontera de Temuco, el kinesiólogo Teófilo Vilca es el responsable de la terapia ordenada por el dermatólogo de la Clínica Alemana a Jefferson. El primer diagnóstico señala una reacción alérgica a un medicamento y los esfuerzos permanentes del equipo de Gareca se enfocan en atenuarla. Al día siguiente y con un pronóstico optimista, la delegación peruana deja la fría ciudad de Temuco para establecerse en Valparaíso, donde enfrentaría al combinado de Venezuela por la segunda fecha del Grupo C de la Copa América Chile 2015.

(Foto: EFE)
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/ BENJAMIN HERNANDEZ

-Gorra blanca y botines amarillos -

Perú llegó a Valparaíso de tarde tras hacer escala en Santiago y se instaló en el Hotel Sheraton de Miramar el 17 de junio. Luego de algunas horas de descanso, los dirigidos por el ‘Tigre’ partieron hacia el estadio Elías Figueroa en horas de la noche. Tras estacionar, la puerta del bus se abre y la delegación empieza a bajar. Algunos minutos después, aparece Farfán detrás de Ascues y Yotún. Con una gorra blanca y unos audífonos del mismo color, la entonces figura del Schalke 04 alemán se abre paso en silencio y concentrado por lo que seguramente es una salsa a todo volumen. Tres jugadores después, aparece la figura de Claudio Pizarro y tras él, último en descender del autobús, Paolo Guerrero.

(Foto: EFE)
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En el reconocimiento del campo de juego todos ingresan y realizan trabajos ligeros. Solo Jefferson se queda en el banco de suplentes, siempre con la gorra blanca y los audífonos puestos, observando. Pizarro, con unos botines amarillos que desentonan con su perfil de ejecutivo alemán, sonríe y bromea a la vez que sigue las indicaciones de estiramiento.

“Farfán está mejor, pero no al cien por ciento. La reacción alérgica fue fuertísima y veremos cómo reacciona”, declararía Juan Carlos Oblitas, director deportivo de la FPF, a El Comercio tras la sesión en el estadio. Ya de vuelta al hotel y luego de la cena, el ‘Tigre’ enumera sus opciones antes de encontrar el sueño en su almohada. Tras consultar con el cuerpo médico y sus asistentes, Pizarro se posiciona como la primera opción por delante de Yordy Reyna.

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-Estrategia, ungüentos y decisiones-

El día del partido Gareca es de los primeros en levantarse y también de los que menos durmió. Su debut como seleccionador había sido con derrota ante Venezuela (1-0) y su segundo partido un discreto empate (1-1) frente a México. Luego vino el 2-1 con Brasil en el estreno del torneo continental. Eran tiempos difíciles y se vendrían peores en los dos años siguientes de Eliminatorias. Su pizarra ya estaba definida con Joel Sánchez y Christian Cueva por las bandas; Carlos Lobatón metros atrás para surtir de balones, teniendo a Josepmir Ballón como responsable de recuperar todas las pelotas en el mediocampo. Arriba, Claudio y Paolo para los goles. Sin embargo, Farfán seguía siendo incluido por dos motivos: estrategia para desorientar al rival y como apuesta anímica para el grupo.

El once ante Brasil. (Foto: GEC)
El once ante Brasil. (Foto: GEC)
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Una inflamación en la planta de los pies, producto de la alergia, había terminado por descartar a Jefferson. Ni los ungüentos ni los corticoides lograron el resultado esperado y Pizarro se alistaba para su debut en esta edición de Copa. “Claro que me gustaría jugar, no estoy al cien por ciento, pero voy mejorando”, confesaría Claudio a El Comercio. El atacante llegaba al torneo con cinco meses de sequía goleadora. Su último tanto había sido en enero de ese año en un amistoso ante el Al Hilal con los colores del Bayern Munich.

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La cinta y un final de película

Su sonrisa de catálogo y su éxito internacional, tan ajenos por entonces al común denominador del futbolista peruano, parecían conjugar para que la afición se resista a verlo feliz con la camiseta de la selección. Su récord de goles –siendo delantero y referente- también argumentaban esa polémica que ya forma parte de la historia del fútbol peruano. Pero esa noche, a 15 grados de temperatura y con el viento arreciando, el ‘Bombardero’ se acomoda la cinta de capitán en el brazo izquierdo y sale a jugar.

Minuto 71 con 35 segundos y el centrocampista Alejandro Guerra pierde la pelota en una dividida con Christian Cueva, que en cuatro toques llega a la puerta del área y saca un pase entre líneas buscando la posición de Paolo Guerrero. La redonda, sin embargo, es desviada por la pierna derecha del volante venezolano Tomás Rincón, quien sin querer deja habilitado al ‘Bombardero’ en posición de gol.

Pizarro gira sobre su eje de manera inmediata mientras la pelota se acomoda sola como guiada por el entusiasmo y la necesidad. Una milésima de segundos después, ya en posición ideal, resuelve con un derechazo a la salida del portero Alain Baroja, quien sucumbe inmediatamente a la ferocidad del número 14.

- ¡Goooooooooooooooooooooool!

(Foto: GEC)
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Toño Vargas entona el grito de gol y su voz se convierte en el sound track de una escena sublime: Pizarro corre a celebrar, levanta el brazo derecho y apunta al cielo en señal de victoria para dar paso a un beso que se recrea con sus dedos índice y medio partiendo desde sus labios. En ese tránsito Diego Penny entra al campo y alza de la cintura a un eufórico Luis Advíncula, mientras Gareca agita los puños cerrados y aprieta los dientes como saboreando por primera vez el éxito. El desborde descomunal por fin sucede y se resume en ese abrazo entre Guerrero, Reyna, Sánchez, Vargas y el ‘Bombardero’.

Era el último gol de Claudio con la selección peruana y significaba también el primer triunfo de Ricardo Gareca al mando. Nueve meses después de aquella noche, ante Uruguay en Montevideo, Pizarro defendería la bicolor por última vez. Pero ese 18 de junio de 2015, el entonces jugador del Bayern Munich protagonizaría aquel rol que tanto le costaba: capitanía, gol y héroe absoluto. Su festejo, con la mirada al cielo, se inmortalizaría en la primera plana de los diarios a la mañana siguiente. También, por última vez.

(Foto: EFE)
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/ Paolo Aguilar

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