Paolo Guerrero liderará la delantera peruana este jueves ante Argentina en La Bombonera. (Foto: Efe)
Paolo Guerrero liderará la delantera peruana este jueves ante Argentina en La Bombonera. (Foto: Efe)
Elkin Sotelo

Es necesario decirlo…  

Que la selección peruana merezca clasificar al mundial de Rusia es un concepto todavía en evolución y no determinado. También es ampliamente subjetivo como todo en el fútbol. Posiblemente hace dos años ningún análisis pleno y confiable desde lo deportivo arrojaba a la bicolor entre los principales candidatos para llegar a la recta final con estos niveles de opciones reales. Ir a Rusia era una utopía con matices dolorosos y afiebrados. 

Hoy Perú se encuentra en la vía con los semáforos en verde. Por encima de su pico futbolístico tiene que aprovechar la eventualidad y circunstancia en la que se encuentra; su rival argentino pasa por un momento de mucha confusión y su perseguidor chileno tampoco tiene tiempo de reformular el camino. Más adelante se podrá discutir sobre los aciertos, errores y tropiezos del proceso de Ricardo Gareca, pero hoy lo importante es clarificar en el equipo que el objetivo está a 180 minutos de suma concentración y personalidad. Estamos en un carril autónomo, una oportunidad única y quizá irrepetible. 

Que Perú sienta la alegría de ser un genuino equipo chico y que esa sea su principal virtud para emerger en la élite. Que no olvide que, además de ser el que se impuso con autoridad en Quito y que goleó en Asunción, también ha sido el tembloroso plantel que jugó muy mal La Paz, el que se complicó sin necesidad en Venezuela y el que hizo un nudo en la garganta en los segundos finales ante Uruguay (cabezazo de Diego Godín al palo) y Bolivia (falla increíble de Leonel Justianiano) en Lima. En una línea ascendente, la irregularidad ha marcado a la blanquirroja y ha sabido amagar a la mala fortuna. No es mezquindad y sí es necesario decirlo. 

Y también es momento de creer en el equipo y su lucha, sin olvidar que el estado de gracia de Ricardo Gareca en sus decisiones ha sido vibrante, pero es un imponderable. Que siendo un equipo chico al que nunca le sobra nada llegamos con muchas bajas y que la Selección Argentina cuenta con la jerarquía –y Lionel Messi- para despertar en cualquier momento. Todo esto escrito, no es para justificar una derrota de antemano sino para comprender la dimensión del reto y que lo que venga reciba un tratamiento maduro y profesional. Este jueves hay que apuntar con fe a lo más alto y recordar que la Eliminatoria –gracias al destino- termina en Lima. 

Hacer un anticipo de lo que pueda pasar una vez que ruede la pelota en la Bombonera es imposible. Solo resta precisar que siendo el peruano un equipo joven y que tiene a muchos jugadores que por primera vez se enfrentan a esta clase de emociones límite, se hace necesaria la intervención permanente de Ricardo Gareca, amplio conocedor e histórico de todo lo extraoficial que pueda ocurrir en Buenos Aires antes, durante y después del partido. 

La tendencia indica que Perú, Argentina y Chile pelearían por el cuarto y quinto cupo y cuentan con un gol a favor en la diferencia de tantos en la tabla. Este factor puede ser clave a la hora del conteo final para determinar las plazas a Rusia y el repechaje. Es muy importante no caer en provocaciones y asperezas intrascendentes en la Bombonera para no llegar con expulsiones absurdas al martes 10 contra Colombia y que se pueda contar con todo el poder en el desenlace premundialista. Y por supuesto, hacer toda la fuerza para que ningún marcador en contra sea abultado por ninguna razón. En este momento una derrota digna también puede ser un paso firme. Tal vez en estos dos factores radica el futuro. 

Antes de viajar Ricardo Gareca ha dejado un mensaje muy positivo en la afición. No cae en triunfalismo. Ha adoptado un perfil idóneo para este pasaje trascendental de la competencia. Sigue iluminado y fértil y eso es confianza para todos.

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