Ricardo Gareca: aciertos y errores de la selección peruana
Ricardo Gareca: aciertos y errores de la selección peruana
Jasson Curi Chang

ACIERTOS

–Compromiso–

A falta de virtudes futbolísticas, a esta renovada selección le sobra compromiso, esa palabra decorativa para muchos mal llamados referentes. Comprometerse con la selección implica luchar por una causa común, no buscar la salvación ni el beneficio personal. Así, con un nivel altísimo de compromiso, Perú pudo atenuar sus limitaciones futbolísticas para vencer a Ecuador. “La victoria es un premio al sacrificio”, explicó Gareca con el 2-1 consumado. El ‘Tigre’ no podía dejar de destacar lo mejor de su equipo: el esfuerzo de un grupo que debió pelear en el cuerpo a cuerpo contra un equipo físicamente mejor dotado, y lo venció disputando cada balón con corazón, con entrega absoluta, sin guardarse una gota de sudor. Aunque ello no debería ser una virtud y sí una obligación, nuestro pasado reciente nos obliga a colocar este rubro como un plus que debería ser el punto de partida para una exigencia implícita en todos los procesos venideros.

–Temple–

Desde el 1-1 de Achilier en el minuto 29, la selección debió nadar contra la corriente para no ahogarse como tantas veces. Y lo hizo con mucho amor propio pero sobre todo con temple para no rendirse nunca, temple para no desesperarse en cada situación entrampada del juego que hacía cada vez más adversa su pelea. Con fortaleza anímica fue a buscar la victoria aun sabiendo que las posibilidades de recibir otro gol eran muy probables. En ello apeló también a una concentración absoluta, sobre todo de los defensores que no tenían margen para el error. La respuesta de Revoredo, Ramos, Araujo y Trauco fue excelente, ninguna desconcentración que lamentar. Pusieron un gran cerco delante de Gallese para que sus compañeros bombardearan con pelotazos el área ecuatoriana.

ERRORES

–Poca elaboración–

El plan de ataque de Perú se reduce a una primitiva fórmula de juego: pelotazo largo para que Guerrero gane la pelota dividida y genere una posibilidad de ataque cercana del área rival. Ante Ecuador el nexo entre Gallese y Paolo fue más eficaz que las sociedades que intentaron entablar Benavente, Cueva y Flores con el capitán. Ninguno de los tres pudo sacudirse de la marca norteña que pobló ese sector con el claro afán de interrumpir la fluidez del juego peruano y evitó que Corzo y Trauco –preocupados en la marca– se proyectaran para ganar volumen ofensivo. Carente de inventiva y escasa elaboración, Perú dejó en los pies de Yotún y Tapia el armado del juego, y ambos se saltearon la transición de la pelota para convertirse en lanzadores como argumento más simplista. Apenas en algunos pasajes intentaron ganar terreno armando paredes, pero eso fue solo un accidente dentro de un plan que no encontró otras soluciones más que el pelotazo.

–Sin recambios–

 Gran parte de las pocas variantes e ingenio colectivo se debe a la escasez de calidad porque no tenemos variantes (el torneo local no es, lamentablemente, una farmacia donde encontrar la cura). Con voluntad y corazón no se pueden ganar todos los partidos. Ante rivales como Argentina y Chile –los próximos en la fi la– hace falta una alta dosis de desequilibrio, plus que solo lo pueden ofrecer jugadores dotados técnicamente y con jerarquía. Esas virtudes las tenemos en jugadores hoy marginados por falta de ritmo competitivo. Tanto Farfán como Carrillo podrían aportar en el salto de calidad que necesita esta selección, pero antes deberán demostrar que están en la capacidad de comprometerse con el proyecto; de lo contrario, sus convocatorias solo servirán para un mero registro estadístico.

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