El festejo de la selección peruana después de confirmar el pase a las semifinales de la Copa América 1997. (Foto: Enrique Cúneo/Archivo histórico de El Comercio).
El festejo de la selección peruana después de confirmar el pase a las semifinales de la Copa América 1997. (Foto: Enrique Cúneo/Archivo histórico de El Comercio).
Eduardo Sotelo

Ni los sueños más valientes tienen protagonistas tan decididos. Porque esa era la actitud de esos muchachos que, comandados por Freddy Ternero, aceptaron el reto de representar a la selección peruana en esa Copa América de Bolivia, en 1997. Y como toda empresa improbable, tuvo un momento cúspide. Este se dio cuando la blanquirroja enfrentó a la favorita Argentina, y logró abatir el siempre altivo ego albiceleste a punta de buen toque y mucho –demasiado– tesón y coraje. Perú ganó 2-1 ese día, un 21 de junio como hoy, y se inscribió en las semifinales. Ese equipo nos regaló una victoria que sigue siendo algo inalcanzable, incluso para Ricardo Gareca, el gestor de los milagros. Ese día significó el último triunfo bicolor sobre Argentina. Han pasado 23 años. Largo tiempo el peruano oprimido.

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