"Tres despedidas", por Jerónimo Pimentel. (Foto: AFP)
"Tres despedidas", por Jerónimo Pimentel. (Foto: AFP)
Jerónimo Pimentel

La temporada europea cierra y ante la ansiedad propia de la víspera mundialista queda un momento para la nostalgia y el agradecimiento. Tres grandes jugadores han puesto fin a sus carreras, al menos en el primer nivel, para emprender otro tipo de retos, de los cuales sabremos pronto. Pasa con los tres que las trayectorias han sido tan largas que en un punto parecían eternas, pero el fútbol es una alegría que se construye sobre un talento que siempre es finito.



Sus 17 temporadas en Juventus harían creer que nunca jugó por otro equipo, pero los memoriosos aún recuerdan sus seis temporadas en el Parma, club con el que ganó una Copa de Italia. Con los ‘bianconeri’, claro, todo fue especial: nueve títulos de la Serie A (y uno de la Serie B, cuando acompañó al club al descenso por el escándalo ‘Calciopoli’) dan prueba de su consistencia, virtud que ratificó con la selección italiana, cuyo arco defendió en 166 ocasiones, Mundial incluido. Varios méritos se le pueden reconocer, como unos reflejos inusuales para un biotipo tan grande, incluso al borde de los 40 años; su juego aéreo, una garantía de seguridad; y el don de mando defensivo, talento que se suele pasar por alto al momento de evaluar a los arqueros. A Italia le costará recuperar a un guardameta de su categoría, a quien solo se puede comparar con Zoff. Dice mucho de Casillas que le haya disputado el cetro del mejor 1 del mundo durante tanto tiempo.



Un prodigio técnico que con Xavi y Busquets creó el mediocampo más notable de la última década. Masterizó hasta lo indecible su rol de engranaje ofensivo y probó que podía ser útil no solo en Barcelona (32 títulos), sino también con la selección española, con la cual ganó copas que la Roja nunca había obtenido. El genio de Albacete tiene –permitan la tentación de evitar el “tenía”– regate, salida, pase (solo Messi recibió de él 46 asistencias), creatividad, desborde y gol, además de un sentido táctico que solo se puede describir como un alarde de inteligencia espacial. ¿Queda algún recoveco para el romanticismo? Tal vez lo sea decir que Iniesta creó belleza, y que esa belleza siempre fue elegante y necesaria. El amante del buen fútbol lo extrañará.



Quizás no alcanzó el estatus universal que los dos anteriores, aunque sí lo hizo para los hinchas del Atleti. Su historia de amor con el club madrileño es hermosa, pero también es necesario señalar que hace una década llegó a ser considerado uno de los mejores delanteros del mundo. Con esa ficha lo contrató el Liverpool en el 2007 y con los ‘Reds’ marcó 65 goles en 102 partidos. Su paso al Chelsea fue fallido, aunque le dejó una Champions League, y su regreso a casa fue celebrado hasta que Simeone, al implantar el cholismo, fue dosificando a cuentagotas sus minutos a la vez que optaba por Mandžukić, Costa y Griezmann. Aragonés, su formador, lo definía como un delantero alemán, lo que significa técnica impecable de disparo con los dos pies y la cabeza. Un ‘9’ clásico para cualquier equipo de cualquier tiempo. El ‘Niño’ se va en aroma de gloria y con el aplauso colchonero, aunque quizás con la sensación de que aún tiene algunos tantos que celebrar. Quizás en China.

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