Mario Fernández

Si me tengo que jugar la vida con alguien que lance tiros libres por mí, le pido el encargo a . El alero de los parece hecho para los minutos “clutch”, esos 450 segundos finales que en la llaman los “decisivos”. Los héroes -dicen- se conocen en las situaciones desesperadas. En las normales cualquier puede dársela de Superman. En las difíciles, el aro es más chico, pero Butler más grande.


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“Había que ganar y ganamos”, dijo Butler, ni bien lo buscaron los periodistas tras el triunfazo ante Boston en el séptimo partido. Era reponerse de tres derrotas seguidas y ganar en el Garden. Una misión solo para alguien experto en momentos difíciles. Seguro que siente la presión, pero lo disimula perfectamente bien. Había que ver su rostro relajado, casi canchero, de los tramos complicados. Como Jordan o Braynt, Butler tiene esta cosa casi teatral que lo hace crecer la performance cuando los están viendo millones de personas.

Por ejemplo, el cierre de su sexto juego fue memorable. Venía haciendo un partido muy bajo desde el % de tiro, pero -activada la necesidad de puntos- cargó con Miami en una remontada que casi le da el 4-2 a la serie con Boston. Estaban 7 unidades abajo a falta de 2:15 minutos, cuando Butler arrancó un show que debería mostrarse en las academias de básquet a modo de ejemplo de cómo se asume el rol de estrella. Pidió armar él mismo, marcó un triple vital, forzó el roce con ingresos a zona pintada para recortar la ventaja a solo dos y generó de modo artístico la falta de Horford que le dio tres puntos para ponerse adelante. Era el final ideal para una serie marcada por un Butler imperial -24 puntos promedio- que hizo ver en los primeros tres juegos a Tatum y Brown como dos chiquillos aún inmaduros para estas lides.

No fue ahí mismo la victoria porque los Orgullosos Verdes obraron el milagro de revertir el partido en el último segundo vía White -esa es otra nota-, pero lo hecho por Butler (10 puntos en 2:15 minutos) fue notable. Si alguien jaló de la cuerda más fuerte que nadie para llevar hasta aquí al Heat pese a ser octavos de conferencia, ha sido él. El 4-3 logrado anoche solo agrega justicia a lo hecho por Miami y su gran jugador. Estamos ante un monstruo, que se crece en los playoff y representa como nadie el valor obrero de Miami. La comodidad que Butler nunca sintió ni en Wolves ni en Sixers, sus anteriores clubes, la ha logrado bajo la disciplina de Erik Spoelstra. A una edad -33 años- en la que muchos empiezan a volverse jugadores de rol, él se sintió -por fin- la figura.

circula con la teoría falsa -aunque organizada con fechas y casualidades- de que es hijo de Michael Jordan. Obvio que no es cierto, pero créame que en el “clutch” siento que MJ se ha metido en ese cuerpo.