(Foto: Reuters)
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José Larrabure

Con frecuencia escuchamos acerca de las altas valorizaciones que tienen ciertos activos, como las acciones o los bonos, y el riesgo de que se esté gestando una burbuja en algunos mercados. Se especula que las mencionadas valorizaciones se han generado como consecuencia de la gran cantidad de liquidez que los principales bancos centrales del mundo han inyectado al mercado en los últimos años.

Un caso muy comentado es el de la bolsa estadounidense, que ha venido subiendo durante los últimos ocho años, alcanzando un valor muy por encima de su media histórica. El ratio de precio sobre utilidades (conocido por su abreviatura en inglés, P/E), el indicador más utilizado como referencia del valor de un mercado accionario, está en niveles cercanos a 21x, cuando su media histórica es de 16,5x. Dicho esto, las utilidades de las empresas en EE.UU. continúan mostrando una tendencia positiva, por lo que este ratio no se ve tan alto si miramos las utilidades de las empresas hacia adelante.

Adicionalmente, las altas valorizaciones del mercado estadounidense están algo concentradas en algunas acciones del sector tecnológico como Amazon, Netflix, Google y Facebook, las cuales tienen un peso relevante en el índice. Por último, estamos en un entorno de tasas extremadamente bajas, lo cual también ayudaría a justificar un P/E ratio alto como consecuencia de una menor tasa de descuento. Otros importantes mercados de acciones a nivel mundial como el europeo, el japonés o los principales mercados emergentes no muestran valorizaciones que puedan sugerir que se esté gestando una burbuja y su recuperación está ligada a aspectos fundamentales como el ciclo expansivo de crecimiento mundial.

En cuanto a los bonos, tenemos, por un lado, a los instrumentos de muy alta calidad crediticia como los bonos del Tesoro estadounidense y del Tesoro alemán, pagando tasas muy por debajo de su historial. Al igual que en el caso de las acciones, estas tasas son en buena parte consecuencia de los grandes estímulos monetarios provistos por los bancos centrales de EE.UU. y Europa. Sin embargo, estamos viendo un mundo que crece a un ritmo más lento y con niveles de inflación extremadamente bajos, lo cual justificaría en algo estos niveles de tasas. Por otro lado, tenemos los bonos de mayor riesgo, como los denominados ‘high yield’ y los de mercados emergentes. En ambos casos podemos observar que los ‘spreads’ que estos instrumentos pagan por encima de las tasas del Tesoro estadounidense o su similar europeo se han comprimido significativamente y están por debajo de su media histórica. Si bien considero que no estamos frente a una burbuja en los mercados de deuda (bonos), las valorizaciones están bastante apretadas y debemos ser cautos hacia adelante.

No podemos concluir que estamos frente a una burbuja financiera, pero sí vemos algunos mercados que están expuestos a una corrección. Factores como un alza en las expectativas de inflación, que gatille un alza significativa en las tasas de interés, o el estallido de un evento geopolítico, como un conflicto entre Corea del Norte y EE.UU., podrían desencadenar una corrección importante.

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