Es necesario ponerse en el lugar de la víctima cuando esta denuncia un caso de acoso en la empresa.
Es necesario ponerse en el lugar de la víctima cuando esta denuncia un caso de acoso en la empresa.
/ DIFUSION
Pamela Navarro

(Pamela Navarro es directora del Área Laboral de Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría)

Estando a portas del vencimiento del plazo para la implementación del Comité de Intervención frente al , resulta necesario capacitar a nuestros colaboradores no solo respecto de los conceptos y obligaciones de la norma, sino respecto de ese elemento indispensable en los procesos de denuncias por acoso sexual, llamado empatía.

Con el cambio de la norma, cualquier colaborador que tenga personal a su cargo puede recibir una denuncia por actos de acoso sexual laboral. ¿Qué hacer al respecto? Lo primero es acoger a la víctima, hacerla sentir que la entendemos por lo que está pasando, que sabemos que es un momento difícil y que requiere coraje el haber llegado a esta etapa inicial, el de la denuncia.

Lo segundo que debemos tener en cuenta es que existe una serie de preguntas que no pueden ser parte de esta conversación inicial. Por ejemplo, preguntarle a la víctima cómo iba vestida, si está seguro (a) del hecho que está denunciando, si está seguro (a) que la intención del presunto hostigador fue acosarla, entre otros temas.

Estas preguntas subjetivas, que deslizan la posibilidad de que la víctima haya provocado el hecho, no solo son totalmente innecesarias, sino que evidencian una cultura contraria a la que queremos implementar.

Otra premisa importante de la norma es la prohibición de revictimización de la víctima. Esto quiere decir: exponerla a una situación en la que tenga que repetir lo sucedido de manera innecesaria. Entonces, quien recibe la denuncia, que no necesariamente es quien va a investigar lo sucedido, debe evitar la curiosidad natural del ser humano a preguntar qué pasó, dónde pasó, cómo pasó y los detalles del hecho que se denuncia.

La empatía radica justamente en ponernos en el lugar de la víctima y tratarlo (a) como nos gustaría que nos traten a nosotros.

Lo último, y no menos importante, es la confidencialidad. Respetemos el proceso, comprendamos que no es nuestra información o nuestra vida la que será revisada y juzgada, y actuemos con la confidencialidad que este proceso requiere.

¿Cómo lo logramos? Con mucha capacitación, cariño y respeto hacia todo aquel que esté inmerso en un proceso de esta naturaleza, ya sea como víctima o como parte del equipo que deba revisar el caso.

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