Sineace: los siete desafíos que afronta la educación peruana
Sineace: los siete desafíos que afronta la educación peruana

Una de élite es costosa. Esta es una verdad sobre la que no cabe mayor discusión, una afirmación con la que estarían de acuerdo hasta el Gobierno y los profesores en huelga. ¿Qué tan costosa?

En el Perú, por ejemplo, los padres deben invertir un promedio de US$3 mil por año para que cada uno de sus hijos estudie en un colegio top (del sistema privado, por supuesto) y en algunos casos ese monto puede crecer hasta US$4 mil o US$5 mil anuales, lo que significa cuatro o cinco veces la cantidad que el Estado destina a cada escolar de una escuela pública.

Cualquiera de nosotros puede hacer las matemáticas y llegar a esta conclusión, si, como recomienda el investigador principal de Grade, Hugo Ñopo, ingresamos al portal web Identicole –que ha creado el Ministerio de Educación– y comparamos las pensiones de los colegios de todo el país.

“Hoy el Estado invierte US$1.110 al año por cada alumno de educación básica regular en el sistema público”, precisa el investigador, y añade que en países como México o Chile la administración estatal está muy por encima de ese monto (y más cerca de lo que invierten nuestros colegios privados más rankeados).

Pero más allá de lamentarnos por ello, Ñopo hace una salvedad fundamental: hay colegios en el Perú que obtienen mucho mejores resultados académicos entre los alumnos, que el Estado, y con esos US$1.110 anuales, o hasta menos. Una educación de élite es costosa, sí, pero una educación de calidad no tiene por qué serlo, necesariamente.

¿Un par de ejemplos? Los colegios de las redes Fe y Alegría y Coprodeli, ambas parte del sistema estatal pero con algunas características muy particulares. “Aquí los factores claves son, primero, una gestión eficiente del director, y, segundo, autonomía administrativa”, refiere el académico de Grade.

Ocurre que estos centros educativos –como acota la profesora e investigadora de la Universidad del Pacífico, Arlette Beltrán– tienen algunas prácticas de los colegios privados que los potencian. “Giran alrededor del trabajo de un buen director(a), quien, debido a la flexibilidad que le otorga el Estado, tiene libertad para, entre otras cosas, hacer procesos de selección de personal basados en meritocracia”.

Modelos para adaptar
¿Qué otras prácticas de la plataforma privada potencian a las redes de Fe y Alegría y Coprodeli? Día1 dialogó para este informe con los responsables de las cadenas de colegios Saco Oliveros e Innova Schools (que en total suman más de 50 mil alumnos en todo el país), pues son dos de los varios grupos privados que están dentro del promedio de inversión que el Estado destina a los alumnos de educación básica regular, con resultados académicos que hasta duplican los de la gestión pública.

“Nosotros estamos ligeramente por debajo de lo que invierte el Estado por estudiante”, señala el presidente de la cadena Saco Oliveros, Wilmer Carrasco.

Para el ejecutivo hay tres factores muy importantes en su gestión que podrían replicarse en el sistema público: [1] Innovación. “En Saco Oliveros utilizamos más libros de trabajo que cuadernos. Y son libros ‘ad hoc’ que producimos en el colegio y que renovamos todos los años”.

[2] Equipamiento. “El 40% de nuestras clases son multimedia”. Y [3] Competencias. “Asistimos a cada competencia que sea retadora y, así, hemos alcanzado la medalla de oro en la Olimpiada Mundial de Geometría y la de bronce en la de Química”, refiere.

Por supuesto, nada de esto es posible sin profesores permanentemente evaluados y capacitados, incluso cada 15 días, en el caso de Saco Oliveros. “Las evaluaciones son vitales para identificar, agrupar y potenciar la calidad de los maestros”, complementa sobre este punto Hugo Ñopo, aunque refiriéndose a la red Fe y Alegría. “No se puede mejorar lo que no se mide”, concluye el economista.

En esa línea, el gerente general de la cadena Innova Schools, Jorge Yzuski, añade que para duplicar el promedio de comprensión lectora de los colegios urbanos, su grupo ha tenido que destinar entre 100 y 120 horas de capacitación a sus maestros, además de “acompañamiento docente con ‘coaching’ especializado en el aula”, y dos evaluaciones: una a mitad del año y otra hacia diciembre, ambas seguidas de retroalimentación constante.

La educación en cifras (Fuente: El Comercio)
La educación en cifras (Fuente: El Comercio)

App para la gestión
“Este es básicamente un tema de gestión. Por eso, desde Innova hemos presentado proyectos al Estado para que las asociaciones público privadas (APP), se amplíen a la administración de las escuelas públicas, por parte de los privados, y no solo se restrinjan a la construcción de los colegios, como hasta ahora”, destaca Yzuski. Con ello coincide Arlette Beltrán, quien apunta que, de hecho, los colegios Fe y Alegría ya se manejan como “seudos APP”.

“La gestión académica puede ser totalmente tercerizada, siempre con supervisión del Estado, y ello permitiría un avance extraordinario, pues obligaría al resto de la oferta, pública y privada, a mejorar sus estándares de calidad, como ha ocurrido en Colombia”, precisa la catedrática. El cuco de la privatización es con lo que se tiene que lidiar, comenta.

Debemos hacernos una pregunta básica –sugiere, finalmente, Izuski– y es, ¿cómo mejoramos lo que aprenden los alumnos por cada dólar que el Estado invierte en ellos? Este modelo –este camino– podría ser una salida, aunque no la única.

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