Este año Montcafé abrió su primera cafetería especializada en el corazón de San Isidro. En cinco años proyectan tener ocho puntos de venta en Lima y provincias.
Claudia Paan

Su pasión por el la lleva en la sangre. Hijo de productores, Marco Murrieta comenzó a labrar su propio camino en este mundo a los 16 años, cuando su padre le dio un terreno dentro de su finca en la provincia de Rodríguez de Mendoza (Amazonas) para que produjera su propio café.

Pero él no quería quedarse ahí. Su sueño fue llevar este grano al siguiente nivel. Antes de terminar sus estudios en Economía en el 2007 inició junto con su socio Jan Van Oordt un proyecto llamado Montcafé, el cual vio la luz en septiembre del 2011.

“La necesidad de crear valor en este negocio que conocía me llevó a profesionalizarme. Y también de buscar una alternativa en el cual pueda dar un puesto de trabajo a otras personas”, recuerda.

Han pasado casi seis años desde el lanzamiento de esta iniciativa y en este tiempo sus productos (Montcafé y Musa, un café que ayuda a las mujeres de su zona cafetalera) lograron posicionarse en restaurantes y supermercados gracias a su apuesta por la innovación y tecnología.

Este año han dado un paso más en el crecimiento de la marca: han abierto el primer punto de venta de su cadena de cafeterías especiales en el corazón del centro empresarial de San Isidro. Un porcentaje de las ventas, cabe decir, lo destinan a un fondo de apoyo a los productores de la zonas en la que trabajan (Rodríguez de Mendoza y la Finca León en Puno).

Los proyectos de Montcafé no se quedan ahí. En el futuro no solo tienen contemplado abrir más cafeterías en Lima y el interior del país, sino también en el exterior.

"Queremos que Montcafé lidere la promoción de los cafés de alta calidad que tiene el Perú", remarca.

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