Carlos Oliva fue elegido por el gobierno de Martín Vizcarra para suceder a David Tuesta al frente del MEF. (Foto: EFE)
Carlos Oliva fue elegido por el gobierno de Martín Vizcarra para suceder a David Tuesta al frente del MEF. (Foto: EFE)
Gonzalo Carranza

asume el (MEF) en un momento cargado de desafíos, con una agenda urgente que atender. Estos serán algunos puntos claves en los que deberá ocuparse durante las primeras semanas de gestión, en aras de asegurar la continuidad y estabilidad que tanto necesita esta cartera.

[1] El . Fue el punto visible de discordia entre el ex titular del MEF, , y el Gobierno. No el único, pero el más publicitado. ¿Retrocederá Oliva? La presión social más fuerte es sobre el ISC a los combustibles, aunque en algo aminoró con el regalo de dinero público que determinó el Ejecutivo para los transportistas, a través de la extremadamente generosa devolución del impuesto al diésel.

Pero también existen presiones de otros sectores, como el de bebidas azucaradas, donde las grandes industrias coinciden con las embotelladoras regionales con llegada a las altas instancias del Gobierno.

[2] El IGV. Si Oliva acuerda con el Ejecutivo un retroceso parcial o total de los cambios al ISC, deberá compensar estos ingresos perdidos con otra medida tributaria. No solo son urgentes los desequilibrios actuales de la caja fiscal, sino sobre todo la exigente consolidación del déficit hasta el 1% del PBI en el 2021.

En ese contexto, ha trascendido que Oliva podría recurrir a un alza de un punto porcentual del IGV. Esta medida ha sido planteada previamente por varios expertos y estaba en el menú de opciones de urgencia que el MEF de Humala –donde Oliva fue viceministro de Hacienda– consideraba cuando comenzó la caída de la presión tributaria.

[3] La reconstrucción. Si las controversias tributarias fueron el debate visible entre el MEF y la PCM, una pelea más intensa, pero que se mantuvo fuera del ojo público, fue la de los cambios impulsados por el Gobierno en el proceso de reconstrucción.

Al MEF le preocupaban en extremo las flexibilidades que se busca incorporar a la formulación y diseño de los proyectos de inversión pública –excluyendo al MEF de gran parte del proceso– y la inclusión como ejecutores de autoridades subnacionales con un récord muy pobre en cuanto a su eficacia para disponer de los recursos presupuestales. Este es un tema del que Oliva ya debe estar advertido y donde, si coincide con la visión que hereda en el MEF, tendría que tomar medidas inmediatas.

[4] La relación con el Ejecutivo. David Tuesta tardó dos meses en usar la principal arma que tiene un ministro de Economía cuando siente que está perdiendo la batalla dentro del Gobierno: su renuncia. Con esa experiencia fresca, se entiende que las idas y vueltas para el nombramiento de Oliva respondieran a que este planteara condiciones y exigencias de arranque.

Sin embargo, cuando estas son hechas a puerta cerrada, siempre queda la opción de que un gobierno que se considera a sí mismo como extremadamente débil dé marcha atrás y deje a su ministro de Economía en offside. Por ello, cuando a Oliva le toque plantear medidas sensibles, debe alinear públicamente a la PCM y al presidente Vizcarra.

En particular, su relación con este último es clave, pues parte de su responsabilidad será servir de contrapeso a las indecisiones y veleidades populistas que convivirán con él dentro del Gabinete.

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