(Foto: Archivo)
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Más que analizar lo que pasó en el 2017, que fue un año difícil para (como para buena parte de las empresas en nuestro país), a , presidente del Directorio de la compañía, le seduce repasar lo que les ha ocurrido durante los últimos tres años, es decir, desde el 2015. Y ello porque le permite mostrar que, pese a que las ventas no siempre mejoraron, sus eficiencias sí que lo hicieron.

El sector construcción ha venido mal desde el 2016, por lo menos, ¿cómo han lidiado con la caída de su demanda por acero?
Ha sido una caída importante, no solo porque la construcción ha venido mal [desde los últimos cuatro meses del 2016], sino porque hemos sentido un enfriamiento de la economía, que se agudizó durante la primera parte del 2017 por el fenómeno de El Niño costero, que dañó la zona norte del país. Frente a ello hemos respondido con eficiencia. La historia de Síder-Perú es muy buena en eso, yo te diría que el 2015, 2016 y 2017 fueron años en los que hemos estado abocados a las eficiencias en todas las áreas de la empresa.

¿Y lograron mitigar el golpe?
Hemos tenido una caída en las ventas entre el 2017 y 2016, pero que va en línea con lo que ha sufrido el mercado, no por un tema de gestión de nuestra firma. En cambio, sí hemos conseguido muy buenos resultados en lo que respecta a nuestro EBITDA, que se logró mantener igual durante los dos últimos años, superando los US$50 millones. Eso te da un indicador de lo preparados que estamos, tomando en cuenta que operamos en un sector que ha venido decreciendo.

Para detallar, ¿qué mejoras han logrado en sus procesos productivos para lidiar con la caída que ha sufrido la industria?
Por ejemplo, conseguimos optimizar el uso de la materia prima, acortamos nuestros tiempos de producción, tenemos mejor asignado y preparado el recurso humano, y hemos potenciado nuestros sistemas de comercialización y ventas. Además, logramos mejorar el uso del capital de trabajo: las cuentas por cobrar y los inventarios correctos en los momentos adecuados, evitando la sobreproducción.

¿Esta plataforma –digamos, mejorada– les permitirá crecer este 2018?
Bueno, tenemos más expectativas: este año debemos crecer entre 8% y 9% frente al 2017. Ello se sustenta en los avances del proceso de reconstrucción post fenómeno de El Niño costero, que debería marchar sin mayores demoras, así como la construcción de la infraestructura necesaria para los Juegos Panamericanos del 2019.

¿La reciente crisis política, o las crisis que podrían venir, les preocupa?
Te diré que nos preocupa, sí. Tenemos un momento político muy complicado y eso es un problema para nosotros, porque en la medida que la confianza del consumidor no se recupere, la actividad económica no se recupera, y el consumo no se recupera, y eso tiene mucho que ver con el sector construcción, básicamente con la autoconstrucción, que cubre el 70% de esta actividad.

Para asegurar sus objetivos, ¿cuánto invertirá Síder-Perú este año para acompañar la optimización de su producción?
Estamos invirtiendo, como mínimo, US$25 millones en el mantenimiento de nuestros equipos. Luego tenemos varios proyectos de inversión ligados a ampliaciones de nuestra planta, en caso sea necesario.

Actualmente, ¿qué porcentaje utilizan de su capacidad instalada en Chimbote?
Nos mantenemos al 70% de uso de nuestra capacidad instalada. Pero recuerda que tenemos un alto horno –en el que invertimos US$23 millones, en el 2010– que nos permitiría ampliar nuestra producción en 50% [hoy asciende a 330 mil toneladas de acero al año]. Está listo para ser utilizado.

¿Y por qué no lo prenden?
Lo haremos, siempre y cuando se den las condiciones adecuadas. Este es un tema que tiene mucho que ver con el precio del acero, que ha tenido una ecuación inversa a la conveniente, hasta ahora. Debido a esto, la mayoría de los altos hornos en el mundo han ido cerrándose, más bien.

Visto así, mantener un alto horno (apagado) no parece ser muy eficiente...
El alto horno está ahí, sucede que, como he dicho, entre el precio de hierro (la materia prima) y el acero, no se está dando la ecuación correcta, pero ese panorama ya cambiará. Por lo pronto, no nos quedamos de brazos cruzados. Hay una capacidad instalada y tenemos áreas para posibles desarrollos de productos diferentes, que estamos pensando implementar en el mercado. Toma en cuenta que el 80% del portafolio de Síder-Perú se produce en nuestro país.

¿La producción local crecerá?
Lo ideal es que crezca, pero va a depender de cómo vaya incrementándose la demanda. Creo que el mix que tenemos entre producción local e importación [desde Brasil, sede de la matriz Gerdau] es muy eficiente. Por ejemplo, dejamos de producir las barras de acero para importar las bolas de acero, que son utilizadas en la minería. Podríamos fabricarlas perfectamente en el Perú, pero por ahora no vale la pena, por un tema de eficiencias.

¿Con 330 mil toneladas de producción anual de acero están cubiertos?
Es lo que hemos logrado hasta ahora, y significa un crecimiento de 50% respecto de la producción que teníamos anteriormente, esto gracias a la adquisición de nuestro horno eléctrico, en el que invertimos alrededor de US$24 millones.

¿Qué hay de la posibilidad de proveer a mercados como los de Bolivia y Chile?
Andamos más concentrados en el Perú. Sí existe, de todos modos, la posibilidad de atender parte del mercado boliviano, perfectamente. Es, o más bien, son mercados naturales para cualquier empresa, y por eso la industria local los atiende.

En cuanto a la salud financiera de la firma, el año pasado hablaban de un nivel de deuda muy bajo, ¿lo mantienen así?
Sí, tenemos muy poca deuda y buena parte de ella ha sido pagada con aportes de capital de los accionistas. Tenemos espaldas muy fuertes. Vale destacar que, por eso, entre el 2006 [cuando Gerdau adquirió Síder-Perú al Estado] hasta el 2017, hemos invertido US$250 millones en la compañía.

¿Con cuántos colaboradores operan?
Somos alrededor de 1.000 personas.

¿Y con cuántos proveedores?
Entre 80 y 100 en Chimbote, generando una actividad de más de US$6 millones al año.

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