La edad de oro: crónica del tiempo en el que el Perú fue un líder de la aviación comercial
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La historia de los aeropuertos en el Perú comenzó en Lima hace 109 años y no lo hizo con un aeropuerto, precisamente, sino sobre una hectárea de tierra improvisada como pista de aterrizaje. Comenzó en la mañana del 15 de enero de 1911, en el para entonces famoso Hipódromo de Santa Beatriz, donde el limeño Juan Bielovucic aterrizó su aeroplano Voisin Burdeaux, tras varias vueltas sobrevolando nuestra capital. No fue un estreno fácil, ni para el piloto ni para los asistentes, pero vaya que impresionó, como lo atestiguan las pocas fotos que dan fe del suceso. Luego, por supuesto, más de un siglo después, las condiciones en las que opera la aviación comercial en nuestro país mejoraron. Primero, con el aeropuerto de Limatambo (entre 1935 y 1964), y después con el Jorge Chávez (desde 1965 hasta hoy), pero en el camino pasaron muchas cosas.
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Antes de ese recuento, sin embargo, vale la pena aclarar que, aunque se mantuvo como hipódromo, Santa Beatriz hizo las veces del primer aeropuerto peruano durante al menos tres décadas. Hay que explicar que eran los inicios de la aeronáutica en nuestro país y que sacarla adelante era muy costoso (en el amplio sentido del concepto). Para tener una idea, sirve recordar que ese primer vuelo de Bielovucic (quien vino de Francia para pilotearlo) requirió que la entonces naciente Liga Peruana Pro Aviación hiciera una colecta pública, con la que se recaudaron los fondos para financiar el recorrido y la compra del aeroplano en el que se concretó, como señala el historiador Amaru Tincopa, especialista en este período.
Eran tiempos de hazañas que marcaron lo que sería el devenir del mercado aéreo local. Poco después de su famoso vuelo, por ejemplo, Bielovucic se convertiría en el primero en sobrevolar las costas peruanas en una nave, y también el primero en hacer la ruta entre Lima y Ancón, que le tardó unos 40 minutos y fue considerada, para la época, como interprovincial. En esas circunstancias es entendible que un hipódromo pueda fungir de aeropuerto, como también fue el caso de los terrenos del barrio de Santa Cruz (Miraflores), donde un joven Elmer Faucett operaba –desde 1928- con su flota. Tales fueron, en la práctica, las dos primeras bases aéreas que tuvimos.
Cuenta el capitán EP (R) Alberto Fernández, autor del libro “La aviación en el Perú”, que para 1935 el crecimiento de la actividad en nuestro país era tal que fue necesario construir un aeropuerto con toda la infraestructura y servicios que hicieran falta. Este se instaló en parte de los terrenos de la hacienda Limatambo, en San Borja, con suficiente espacio (más de 1,6 millones de metros cuadrados) para recibir vuelos nacionales e internacionales.
El Archivo Histórico de El Comercio muestra qué imponente era esta base. Su infraestructura fue diseñada por el arquitecto Max Peña, y como operó durante parte de la llamada ‘Edad de oro’ de la aviación local, ganó notoriedad dentro del Perú y el extranjero. Con Limatambo se comienza a hablar de Lima como centro de conexiones, o ‘hub’, para Sudamérica, y a juzgar por las fotos de aquellos años, sí que lo era. Nat King Cole, John Wayne, Cantinflas, Pedro Infante y María Félix, eran algunos de sus eventuales pasajeros.
En 1953, como parte del desarrollo tecnológico de la industria, el aeropuerto adoptó el más moderno sistema de aterrizaje por instrumentos de la época, gestionado y monitoreado por Panagra, la aerolínea (de bandera peruana) que para esa fecha ya era de las más importantes de la región.
La cuestión es que llegó un momento en que Limatambo también se quedó chico. Eso pasó en el primer quinquenio de los años 60, debido -en parte- al avance tecnológico de los aviones, que cada vez eran más grandes y potentes.
El general FAP Oscar Gagliardi, experto en este período, explica que el complejo de San Borja no podía crecer más debido al avance de las zonas urbanas a su alrededor, por lo que las autoridades encontraron los terrenos colindantes al fundo Bocanegra, en el Callao, como la alternativa ideal para su reemplazo. Como llevar adelante la construcción de un nuevo terminal aéreo era sumamente costoso, el Gobierno de la época optó por solventar el proyecto con la venta de terrenos urbanizados vecinos a Limatambo. Con ello lograron recaudar cerca de S/300 millones y pudieron concretar las obras.
Lo que viene después ya lo conocemos todos. El Jorge Chávez, inaugurado el 30 de diciembre de 1965 y comparado, en su momento, con el Orly de París o el JFK de Nueva York, creció hasta duplicar su capacidad el 2019, con 23,6 millones de pasajeros atendidos.
Nuestro primer terminal aéreo es muy distinto a sus predecesores. Para comenzar, es administrado por una firma privada, Lima Airport Partners (LAP), a través de una concesión que se extenderá hasta el 2041; y que -hasta antes de la pandemia- ya facturaba cerca de US$400 millones al año. Es un monstruo si se le compara con el campito de Santa Beatriz donde aterrizó Bielovucic en 1911, pero aún tiene retos lejanos, como los tenía el viejo hipódromo, así que su plan de vuelo no muestra límites.
En el marco del inicio de la fase 4 de la reactivación económica, los vuelos internacionales se reiniciarán el 5 de octubre. Los viajes empezarían con destino a Chile, México, Ecuador y Colombia. La Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI) ha proyectado que cuando las aerolíneas retomen sus operaciones, lo harán con poco más del 20% de sus capacidades operativas hasta fines de año. Asimismo, ha previsto que subirá a un 50% hacia el primer semestre del 2021.
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