(Foto: El Comercio)
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Luis Fernando Alegría

Los episodios de crisis financiera en la historia económica del mundo no son escasos. Algunos han sido más intensos que otros y, en el caso de los como el Perú, se puede encontrar algunos patrones en el contexto mundial que propiciaron crisis en años anteriores.

Precisamente, en los últimos meses se han dado tres tendencias que fueron un denominador común en crisis anteriores para mercados emergentes. La tormenta perfecta consiste en el precio del petróleo al alza, un dólar que se fortalece y subidas de tasas de interés en el mundo. Esta ‘trifecta’, como la llama Mohamed El-Erian, consejero económico jefe de Allianz, no es extrema en la coyuntura actual, pero pondrá a prueba a los responsables de política económica en las economías emergentes.

Esta tormenta perfecta ataca a los países con desbalances externos importantes y termina gatillando una crisis de deuda. Usualmente, el primer síntoma ha sido una depreciación de las monedas locales. Durante la crisis asiática de 1997, por ejemplo, el pitazo inicial se dio el 2 de julio con la devaluación de la moneda tailandesa. Eso contagió a Malasia, Indonesia y Filipinas, para luego propagarse hasta Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur.

Hoy este síntoma ya comienza a mostrarse. En lo que va del año, por ejemplo, el peso argentino se ha depreciado casi 50% y la lira turca cerca de 25%. ¿Qué tienen en común ambos países? Importantes desbalances externos. Su déficit en cuenta corriente supera el 5% del PBI. Como agravante, su situación de reservas internacionales es baja. De acuerdo con estimados del Banco Central de Reserva (BCR), Argentina, Turquía y Sudáfrica tienen desbalances externos importantes e insuficientes reservas para, en caso fuera necesario, paliar una crisis de balanza de pagos.

RIESGO VERDE
De los tres componentes de la trifecta, quizás el más crítico para los países emergentes es la apreciación del dólar. La subida del billete verde puede pegar a través de cuatro vías, dice James McCormack, jefe global de rátings soberanos de Fitch. En un artículo de opinión reciente, sostiene que la subida del dólar implica, en primer lugar, que la deuda tomada en moneda extranjera se hace más onerosa.

Argentina y Turquía tienen una alta proporción de su deuda externa en dólares, apunta.

Un segundo mecanismo es la relación inversa entre el valor del dólar y los precios de los commodities, que persistirá en el tiempo mientras el billete verde sea la moneda en que se expresan los precios internacionales. En tercer lugar, señala que si bien el dólar fuerte apuntala las exportaciones de los países, también puede tener efectos contractivos en la inversión en el mediano plazo. Finalmente, el miedo a dejar flotar libremente el tipo de cambio hace que, en episodios de dólar fuerte, los países emergentes pierdan reservas para evitar que sus tipos de cambio suban de manera brusca.

(Infografía: El Comercio)
(Infografía: El Comercio)

MAL ENCAMINADOS
Con las tasas de interés en niveles todavía bajos, aunque al alza, las empresas y gobiernos de los países emergentes han optado por emitir deuda relativamente barata. Para El-Erian, este fenómeno junto a un fuerte influjo de ‘capitales turistas’ generan vulnerabilidades importantes.

“Con las economías emergentes aún estructuralmente sujetas a riesgos de contagio en el corto plazo, usualmente es cuestión de tiempo para que los problemas de unos pocos países se conviertan en condiciones financieras más ajustadas para toda esta clase de activos”, advierte en su blog personal.

Entonces, ¿esto implica un riesgo de crisis inminente? Kenneth Rogoff, profesor de Harvard y especialista en crisis financieras, sostiene que los mercados emergentes, por ahora, no son el canario en la mina de carbón financiera.

“Todavía es relativamente poco probable que estalle una crisis de deuda global. El panorama económico se mantiene fuerte y, aunque los mercados emergentes han acumulado niveles de deuda externa preocupantes, muchos bancos centrales están llenos de reservas”, considera.

En un artículo de opinión subraya que el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ‘perro guardián’ de las crisis financieras, tiene fondos para manejar alguna crisis, pero resalta el creciente número de advertencias que el organismo multinacional ha venido lanzando sobre el endeudamiento global.

“Lo que sucede hoy debe ser un llamado de atención, incluso para países avanzados. Ningún país, sin importar qué tan rico sea, debe apostar su futuro a que el entorno ultrabenigno de tasas de interés va a durar por siempre”, alerta.

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