(Foto: El Comercio)
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Redacción EC

En una semana el Banco Central de Reserva (BCR) publicará el crecimiento de la en el 2017. Si bien los principales analistas proyectan un resultado de entre -1% y 1%, es claro que aún está lejos una recuperación clara de este indicador, que representa el 80% de la inversión total y ha explicado buena parte del crecimiento de los últimos 25 años.

En ese sentido, y con los eventos de las últimas semanas, cobra notoriedad el ruido político como un elemento que impacta de manera adversa sobre la confianza y sobre el crecimiento del producto. ¿Cuánto importa de verdad el ruido político sobre la ?

EN BLANCO Y NEGRO
Según John Maynard Keynes, uno de los principales economistas del siglo XX, los empresarios se guían por “espíritus animales” que afectan su decisión de invertir o no y en qué magnitud.

Para comprobar la relación entre los apetitos iniciales de los inversionistas y su ejecución en la práctica se hace necesario analizar las trayectorias de la inversión privada y el nivel de la confianza empresarial adelantada dos trimestres (dado que, dependiendo del tipo de inversión, este sería el tiempo promedio que transcurre entre la decisión de invertir y la inversión llevada a cabo).

Durante la última década, la correlación simple entre ambas variables fue de 0,8, lo que indica una relación positiva y fuerte: a más confianza, más inversión. Si bien es cierto que la causalidad también funciona de manera inversa (a más inversión, más confianza), análisis económicos más sofisticados sugieren –de manera poco sorprendente– que es la percepción de los empresarios lo que determina la decisión de invertir.

No obstante, esta relación se viene debilitando en los últimos años. La correlación entre confianza e inversión privada se redujo de 0,81 para el período 2007-2013 a solo 0,10 durante 2014-2017. En otras palabras, actualmente la relación sigue siendo positiva, pero es muy débil.

(Infografía: El Comercio)
(Infografía: El Comercio)

TURBULENCIA POLÍTICA
El ruido político, que se ha intensificado durante los últimos meses a raíz de los destapes de corrupción y de la relación conflictiva entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, afecta el crecimiento a través de diferentes canales.

En primer lugar, la inestabilidad política contribuye a retrasar la inversión estatal debido a la ausencia de líneas claras de políticas públicas y otros riesgos. Así, los funcionarios públicos, por ejemplo, esperan un panorama menos incierto para firmar contratos públicos con proveedores del Estado. La , componente elemental del crecimiento económico durante este período, pasó de crecer a una tasa promedio anual de 17,2% entre julio y noviembre del año pasado, a solo 7,8% en diciembre último.

En segundo lugar, el retraso de la inversión pública afecta significativa y negativamente los planes de inversión de los empresarios que dependen de las decisiones del Ejecutivo. En contextos de enfriamiento económico, el impulso del gasto público puede funcionar como un catalizador del sector privado. Según estimaciones del Ministerio de Economía, se espera que la inversión pública crezca 17% en el 2018 por las obras de reconstrucción y de los Juegos Panamericanos. Con ello, el crecimiento del PBI sería de 4%; sin embargo, si se retrasan dichas obras, el crecimiento sería de solo 2,4%. Es decir, la falta de ejecución pública le podría costar al país hasta 1,6 puntos porcentuales de crecimiento este año.

PARA MÁS ADELANTE
En tercer lugar, la confrontación política no permite establecer una agenda de reformas de mediano y largo plazo urgente para continuar con el crecimiento. La reforma laboral, la lucha contra la corrupción, el reforzamiento del sistema de justicia y la simplificación administrativa quedan en suspenso.

Finalmente, las relaciones económicas ocurren en un contexto de incertidumbre con ciclos que se retroalimentan. En ese sentido, el ruido político exacerba la desconfianza, aun cuando los fundamentos de la economía indiquen un panorama positivo. Menor confianza se traduce en menor inversión, que a su vez deprime el empleo y los ingresos, contexto que genera aun menor confianza; un esquema de círculo vicioso que se transforma en profecía autocumplida.

Muchos de los fundamentos económicos que muestra la economía peruana siguen firmes. El reto pasa por encontrar los cauces institucionales para reducir el ruido político, o, aún en presencia de este, hacerse de oídos sordos dentro de lo razonable.

(*) Artículo elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE).

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