José Castillo
José Castillo
Lorely Requejo

José Castillo, fundador de Transportes Quinto, caminaba cinco kilómetros para llegar a la escuela primaria en el pequeño pueblo donde creció, ubicado en La Libertad-Trujillo.

Años después, su familia decidió enviarlo a Lima para que terminara la secundaria y fue ahí donde decidió hacer empresa. Su esfuerzo y sacrificio le permiten hoy ser parte de los 2018, iniciativa de EY y El Comercio que nace con el objetivo de promover el crecimiento empresarial en el Perú y el reconocimiento a los líderes y ejecutivos que lo hacen posible mediante su aporte económico y social.

— ¿Pensó que saldría adelante?
Sí, siempre he sido muy optimista. Empecé joven, en los años ochenta, moviendo carga liviana. Trabajé sin descanso y para el 2001 ya transportaba carga mediana y pesada.

— ¿Fue difícil ejecutar esta migración?
No me arrepiento de haber venido. [Lima] me ha tratado bien, pero a costa de mucho sacrificio. Cuando empecé, durante más de la mitad de un año dormí en mi carro por trabajo. Dejé mis estudios por trabajar. Por eso puedo decir que la experiencia no la estudias, sino la consigues. Ahora me siento contento de tener una empresa sólida. Además, tengo el tiempo para estudiar ingeniería industrial de manera virtual.

— ¿Cuál considera que ha sido el obstáculo más difícil que ha tenido que enfrentar?
En el 2012 quería crear una empresa que transportara pasajeros. Pero la economía estuvo complicada. Otro obstáculo [más reciente] fue el fenómeno de El Niño costero. Se paralizó el envío de carga a muchas partes del Perú. Sin embargo, a pesar de la difícil coyuntura, la facturación de la empresa creció 5% el año pasado.

— ¿Todavía piensa en desarrollar el transporte de pasajeros?
En la actual coyuntura política, no nos conviene, así que pienso que tendrá que ocurrir a partir del 2019.

— ¿Considera que no hay seguridad para invertir?
Ahorita no. El gobierno está tambaleando. No podemos arriesgarnos.

— A nivel de ‘management’, ¿qué es lo que considera que más le ha costado?
Delegar y confiar “mi hijo”, que es la empresa [a otras personas]. Tengo un gerente de operaciones y jefes en diversos rubros que hacen todas las inspecciones.

— Después de tanto trabajo y haber conseguido lo que tiene, ¿cómo recibe la empresa el Premio LEC?
Con orgullo. Es un poco más de gasolina que me dan al cuerpo para salir adelante. Me siento honrado.

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