(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)
Luis Fernando Alegría

Cuando las autoridades diseñan política económica su gran objetivo es, en teoría, tratar de que la sociedad en su conjunto tenga el mayor bienestar posible. Entre otras cosas, eso pasa por que las personas tengan más empleos y de mejor calidad. Por ello, resulta clave para las autoridades tener una foto muy clara de cómo está el mercado laboral y, en especial, el . Sin embargo, en el Perú esa foto se revela borrosa.

No se trata de falta de información. De hecho, existen cuatro entidades distintas que reportan cifras sobre el empleo en el país. La Sunat tiene datos de la planilla electrónica; el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reporta la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) y la Encuesta Permanente de Empleo (EPE); el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo tiene la Encuesta Nacional de Variación Mensual del Empleo (ENVME) y, finalmente, la Asociación de AFP reporta el número de nuevos afiliados al sistema privado de pensiones, un indicador indirecto de empleo formal.

El problema que hace que la foto sea poco nítida es que, de las cuatro fuentes de información, dos señalan un mayor dinamismo en la contratación formal, pero las otras dos apuntan en dirección contraria.

Las cifras de planilla electrónica de revelan que el número de trabajadores formales dependientes se incrementó en 2,6% entre enero y marzo, y totalizó 4,6 millones de personas. En tanto, durante el verano se registraron cerca de 105.000 nuevos afiliados a las AFP, lo que también reflejaría un mayor dinamismo de la contratación formal.

Pero los datos del y del muestran una realidad opuesta. El primero informa que el índice de empleo urbano en empresas de 10 o más trabajadores –utilizado como aproximación del empleo formal– retrocedió 0,32% en el primer trimestre. En Lima Metropolitana la caída fue 0,48%, mientras en las principales ciudades el descenso es marginal (0,06%).

Por su parte, el INEI indica que, en el ámbito nacional, el empleo formal al primer trimestre ha retrocedido 2,4%, para alcanzar a 4,2 millones de personas. En tanto, la informalidad laboral trepó 5,1% y hay 8,6 millones de trabajadores en esta situación. Más aun, en Lima Metropolitana se redujo el empleo adecuado en 2,42%; mientras el subempleo se incrementa 5,6%.

PROS Y CONTRAS
Mientras las cifras de empleo, según las últimas dos fuentes, eran negativas, los números de consumo privado en el país han venido acelerando hasta crecer un 3,2% en el verano, según el Banco Central de Reserva (BCR). Esto se condice mejor con las cifras de planilla electrónica o las de afiliación a las AFP que con las encuestas del INEI y Ministerio de Trabajo.

Dado que las dos primeras son fuentes primarias de información y podrían considerarse como un censo de la población que buscan estudiar, sería injusto compararlas con encuestas que se realizan sobre una muestra, dice Hugo Ñopo, investigador principal de Grade.
“Todo trabajo estadístico muestral tiene su margen de error y siempre, frente a un censo, va a tener ese margen”, comenta.

Sin embargo, esto no resta validez a los resultados de las encuestas. La Enaho, por ejemplo, es un sondeo que se realiza a una muestra de 31.960 viviendas a lo largo del territorio nacional, un tamaño que la hace representativa. Más aun, es importante recordar que, para gran parte de las investigaciones que se realizan sobre condiciones de vida y diversos temas económicos, la Enaho es la fuente de información por excelencia.

“Los trabajos estadísticos del INEI caen dentro de márgenes de error razonables porque tienen un equipo asesor muy diverso, amplio e internacional que apoya en el seguimiento de estadísticas y garantiza que los datos son fidedignos”, considera Ñopo.

En tanto, la encuesta mensual del Ministerio de Trabajo sondea a casi 6.000 firmas, de al menos 10 trabajadores, que operen en el ámbito urbano. Si bien los datos se reportan con, a veces, hasta 60 días de rezago, es una encuesta que recoge la realidad en el ámbito nacional también.

Esta encuesta es clave porque recoge la realidad del empleo de características deseables y tiene menos rezago que la planilla electrónica, señala Juan Carlos Odar, director ejecutivo de Phase Consultores. Agrega que recoger la parte urbana es importante porque es ahí donde la pobreza creció el año pasado y la incidencia del desempleo y subempleo es mayor.

La planilla electrónica, por su parte, recoge fielmente la realidad de un espectro reducido de trabajadores. Si bien es posible ver los datos detallados incluso por individuo, solo se captura a aquellos trabajadores dependientes que laboren formalmente en empresas formales (esto último es una redundancia necesaria, dado que existe también empleo considerado informal en este segmento de compañías). En ese sentido, la planilla electrónica es un censo, pero que abarca a menos del 33% de la fuerza laboral.

“Con la planilla electrónica es imposible computar una tasa de formalidad, porque solo ve un segmento del mercado”, precisa Ñopo.

IMPORTANCIA
Entonces, ¿qué diagnóstico hacer con cifras divergentes? “En el balance, todavía no veo un dinámico, pero sí parece que comienza a levantar. Eso no significa que el panorama es boyante, pero las ‘cifras duras’ sugieren estabilización al menos”, explica Hugo Perea, economista jefe para Perú del BBVA Research. En respaldo de esta hipótesis, señala el dinamismo reciente del crédito a personas naturales, en particular el hipotecario y de consumo.

Los tres economistas consultados por El Comercio coinciden en que todas las fuentes de información del mercado laboral deben verse como complementarias, pues ninguna muestra una verdad absoluta.

Como decíamos al inicio, tener mala información sobre el empleo podría llevar a un mal diseño de política económica. En esa línea, según pudo conocer este Diario, el BCR arma sus propios indicadores del mercado laboral, en busca de aclarar la neblina en el panorama.

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