La reforma de las jubilaciones en Brasil, la primera de las medidas prometidas por el presidente Jair Bolsonaro a los mercados para sanear la economía, fue aprobada de manera definitiva este martes por el Congreso tras el voto mayoritario en el Senado. Poco después de concluir la votación del texto base, la sesión fue suspendida y los senadores deben terminar de discutir las últimas enmiendas el miércoles, tras lo que la nueva norma estará pronta para su promulgación. La reforma fue aprobada por 60 votos a favor y 19 en contra en la Cámara Alta. Para ser validada, se requería el apoyo de 49 de los 81 senadores (tres quintos de los escaños) por tratarse de una reforma constitucional.
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La propuesta, aprobada previamente con masivo apoyo en la Cámara de Diputados, prevé un ahorro de unos 800.000 millones de reales (unos 200.000 millones de dólares) en 10 años, para ayudar a sanear las cuentas de una economía letárgica. La cifra es inferior a los 1,2 billones de reales propuestos inicialmente por el ministro de Economía, Paulo Guedes, debido a recortes realizados en la primera votación de los diputados. “El Parlamento brasileño muestra hoy madurez política (...). Muestra el compromiso del Congreso Nacional con la agenda del país”, dijo el presidente del Senado, Davi Alcolumbre, antes de proclamar el resultado. El avance de la reforma alentó a la Bolsa de Sao Paulo.
El índice Ibovespa marcó este martes un segundo récord consecutivo, cerrando a 107.381 puntos (+1,28%), impulsada, entre otros factores, por la expectativa en torno a la aprobación considerada inminente. La reforma de jubilaciones era la principal promesa económica del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, electo en octubre de 2018 con el beneplácito del mercado. El mandatario, de gira internacional, celebró en su cuenta de Twitter la aprobación. “¡Felicitaciones pueblo brasileño! ¡Esa victoria, que abre el camino para nuestro país despegar de una vez, es de todos!”, dijo Bolsonaro. La aprobación se dio pese a las fuertes tensiones de los últimos días entre Bolsonaro y los miembros de su propio partido. El gobierno tiene en agenda otras reformas, como las del sistema tributario, para tratar de alentar a una economía que sufrió dos años de recesión y ya casi tres de endeble crecimiento.
Edad mínima
El texto establece una edad mínima de retiro de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres en Brasil, uno de los pocos países que no exigía una edad mínima para jubilarse. Para los trabajadores rurales, los profesores y algunas categorías de policías, la edad mínima fluctúa entre los 55 y 60 años. El tiempo mínimo de contribución para recibir una pensión parcial será de 15 y 20 años para trabajadores privados, y de 25 años para los funcionarios públicos, tanto hombres como mujeres. Para recibir el beneficio completo, los hombres deberán trabajar 40 años y las mujeres 35. Los defensores de la reforma insisten en que el sistema actual es una bomba de tiempo debido a la evolución demográfica del país. En 2018, un 9,2% de los 208,5 millones de brasileños tenía más de 65 años, aunque en 2060, serán 25,5%.
Pero sus críticos resaltan que elevar el número de años de contribuciones privará de pensiones completas a millones de personas, en un país donde un cuarto de los trabajadores del sector privado son informales y millones de otros pertenecen al sector de emprendedores que prolifera con la tercerización de los empleos. Esta reforma de las jubilaciones “aumentará la contribución de los trabajadores y disminuirá, en consecuencia, su renta a largo plazo”, afirmó el economista independiente Felipe Queiroz. El opositor Partido Socialismo y Libertad (Psol) criticó la aprobación. “Día lamentable para el pueblo brasileño, que día a día ve sus derechos siendo rasgados por un gobierno de extrema derecha aliado al mercado financiero y a un parlamento connivente. ¡Vergüenza!”, tuiteó esa formación.