En el caso del hombre, que tuvo un 21,4% de respuestas por el currículo en el que lucía más delgado, frente a 21,3% por la hoja de vida en la que se le veía con más peso (Infografía: El Comercio)
En el caso del hombre, que tuvo un 21,4% de respuestas por el currículo en el que lucía más delgado, frente a 21,3% por la hoja de vida en la que se le veía con más peso (Infografía: El Comercio)

Una mujer obesa necesitaría enviar 37% más currículos para obtener el mismo número de devoluciones de llamadas por parte de las empresas que una mujer no obesa en y Monterrey, revela el estudio “y en la contratación”, realizado por Raymundo Campos-Vázquez y Eva González.

“Enviamos dos hojas de vida ficticias, una de una mujer y otra de un hombre, una obesa y otra no obesa, en respuesta a anuncios de ofertas de trabajo. La fotografía de la obesa es una manipulación digital de la imagen de la misma persona no obesa”, indica el estudio que fue publicado esta semana.

En el caso de la mujer, la persona obesa recibió una tasa de respuesta de 21,3%; mientras que la no obesa, de 29,1%. Esta situación no es similar en el caso del hombre, que tuvo un 21,4% de respuestas por el currículo en el que lucía más delgado, frente a 21,3% por la hoja de vida en la que se le veía con más peso.

En conversación con El Comercio, Raymundo Campos-Vázquez, coautor de la investigación y profesor e investigador en el Colegio de México (actualmente de licencia), señala que los hallazgos obtenidos evidencian que en el mercado laboral mexicano se pondera a la mujer delgada frente a la obesa, a pesar de que tengan la misma preparación académica. En el caso de los hombres, el aspecto físico no es una desventaja.

De acuerdo con los resultados de la investigación, los anuncios de ofertas laborales que detallan que es un hombre la persona de contacto, discriminan más que aquellos en los que son mujeres. No obstante, la brecha observada en las tasas de devolución de llamadas se reduciría en no más del 25% si esos hombres fueran reemplazados por mujeres.

El economista Hugo Ñopo señala que los estándares que se imponen a las mujeres son más estrictos que los que se aplican a los hombres.

“El descuido en el cuerpo es penalizado. En el mundo del trabajo se espera que las mujeres sean esbeltas, que cuiden sus cuerpos y apariencias; mientras que para los hombres no es importante. Son estándares bien diferentes”, indica Ñopo.

Norma Correa, antropóloga, docente e investigadora del departamento de Ciencias Sociales de la PUCP, indica que a pesar de que no son exigencias que están escritas, la sociedad tiene interiorizado que las mujeres no solo deben ser eficientes en sus trabajos, sino que deben tener “buena presencia”, que puede implicar, por ejemplo, vestirse bien, estar delgada, llevar el cabello arreglado o maquillarse. En ese sentido, Correa cuestiona, además, que estas exigencias que están en el imaginario de la sociedad le demandan a las mujeres un mayor gasto, lo cual no se le exige de manera proporcional a los hombres.

La antropóloga aclara que el problema no radica en si la mujer desea arreglarse de determinada manera, sino en que esta debe ser libre de elegir cómo quiere ser y qué usar, sin que esto sea valorado por los empleadores y la sociedad.

Raymundo, al respecto, señala que la legislación mexicana no prohíbe que las empresas exijan a los postulantes incluir en sus hojas de vida una fotografía, edad y estado civil.

En cuanto a la legislación peruana, Germán Lora, abogado laboralista y socio en Damma Legal Advisors, indica que esta prohíbe la discriminación del empleo y que se puede requerir ciertas condiciones si es que esas exigencias resultan razonables y vinculadas a la prestación de servicios de la compañía. No obstante, advierte que no existe una lista que precise qué cosas se pueden requerir o no.

NORMAS VS. EDUCACIÓN

Según el informe “Women Business and the Law” del Banco Mundial, publicado el jueves 16 de enero, el Perú es la economía latinoamericana mejor ubicada en el ránking. Incluso, se encuentra por encima del promedio global.

Este informe ofrece un índice que mide la interacción de las mujeres con la ley durante sus trayectorias laborales, así como el grado de igualdad legal entre ambos sexos.

No obstante, Correa y Ñopo advierten que la salida a las diferentes formas de discriminación laboral (por raza, apellido, lugar de procedencia, sexo, entre otras) que hay en el Perú no se va a encontrar en el aspecto legal.

“Nosotros podemos estar actuando dentro del marco legal, pero de una manera consciente o inconsciente introducimos sesgos en nuestros tratos entre hombres y mujeres”, explica Ñopo.

Para el economista, el reto es cultural y considera que se han dado algunos avances al respecto, pero advierte que el cambio demandará entre una o dos generaciones.

Por su parte, Correa considera que en el Perú se requiere trabajar en reducir todas las brechas existentes. No solo las de género, sino también otros aspectos que colocan en ventaja o desventaja a personas de un mismo sexo, como el aspecto racial, económico, étnico, etc.

Esto, para Correa, no solo requiere de un trabajo en el sector educación, sino un compromiso real de todos los actores de la sociedad.

“Dada la diversidad que tiene nuestro país, bajo el título de ‘buena presencia’ se encubre la discriminación étnico-racial”, subraya la antropóloga.

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