Taxis del mundo
Taxis del mundo
Marcela Mendoza Riofrío

Una confía, porque lo ha pedido con una aplicación y asume que se trata de una empresa formal. Cierra los ojos, esperando llegar rápido y sin problemas a su destino, pues son más de las 11 p.m. Cuando los abre descubre que el no está camino a Miraflores: está en el extremo opuesto de la Costa Verde, en Chorrillos. Aquel bendito ángel de la guarda que la despertó impidió que la historia se convirtiera en tragedia. Exiges que regresen al destino inicial y a regañadientes, groserías de por medio, el taxista accede. Emergencia superada. 

Esta experiencia no se vive todos los días que se pide un taxi vía App ni ocurre con todas las aplicaciones, pero no se trata de una anécdota inventada. Es una más entre variedad de historias verídicas, de terror, que ocurren con o sin pedir el taxi vía App. Los problemas de inseguridad ligados a la informalidad de los taxis "de la calle"  (unos 1.500 asaltos al año) se han trasladado a la gestión virtual de algunas empresas. En general la experiencia gracias a la llegada de compañías como Uber, Taxibeat o Easy Taxi han mejorado mucho, pero persisten problemas de fondo ligados al servicio que ofrecen los conductores.

En este contexto surgió hace un par de semanas un proyecto de ley que busca regular el funcionamiento de las empresas que vía Apps enlazan pasajeros con taxistas. La propuesta ha sido presentada por el congresista fujimorista Miguel Angel Elías y pasará a ser revisada en la comisión de transportes y defensa del consumidor en la nueva legisladura, que arranca en agosto del 2017. 

INFORMALES EN LA MIRA 
​Los distintos taxistas con los que he tenido oportunidad de cruzarme en los últimos días, ya sean de compañías formales ("remisse") o contactados vía Apps, cuando les preguntaba sobre el tema, me decían que estaban de acuerdo con que existiera una norma que disponga un registro de los taxistas que trabajan en esa vía, pues sería una forma de formalizar el sector. Algunos hablaban satisfechos de que la propuesta incluya tener oficinas locales, pues hay empresas con Apps que piden tener una tarjeta de crédito en el extranjero porque es ahí en donde abonn los pagos. 

En el entorno de los abogados especializados en la informática, se mira con recelo la propuesta. No les disgusta que se quiera tener una ley, sino la forma en que esta ha sido escrita y diseñada. El problema, explicaron, es que se parte de un mal enfoque, se desconoce la dinámica del negocio y se fuerza la realidad digital a un tipo de norma creada para otro entorno. La consecuencia de aplicarla tal cual está escrita sería que algunas no puedan operar, otras vean elevados sus costos y se reduzca la capacidad de innovar y probar nuevos servicios.

Más detalles sobre las posturas legales aquí:

El segmento al que se quiere regular no es pequeño. Entre Uber, Taxibeat y similares, menos de una docena, mueven el 10% de la facturación anual del sector (S/240 millones de S/2.400 millones). Se calcula que son 10 millones de viajes realizados por unos 180 mil taxistas. La mitad se estima que está registrado ante el Servicio de Taxi Metropolitano. Y la otra mitad es informal. El problema es cuántos de esos conductores informales se inscriben a un sistema de Apps y trasladan sus malas prácticas al sistema. 

Miguel Angel Elias asegura que, según la ONG Luz Ambar, existen dentro del marco normativo tres tipos de servicios:

  •  TAXI REMISSE, que son empresas que cuentan con vehículos de color oscuro que se requieren por teléfono o aplicación, no identificados exteriormente. Se estima que llegarían a 5.000 agrupados en cerca de 60 empresas.
  •  TAXI ESTACIÓN, a cargo de empresas en las que si se exige que los vehículos tengas sus cascos de taxi fijados o empernados en la parte superior de las unidades, iluminado además, con publicidad de su empresa en las dos puertas. suman cerca de 300 empresas.
  •  TAXIS INDEPENDIENTES choferes con autos de color amarillo, registro debidamente formalizado. Pueden ser entre 30 mil.

DILEMAS TRIBUTARIOS
Cuando se habla de informalidad, se entiende por empresas cuyos trabajadores no tienen beneficios sociales y no pagan impuestos. Los taxistas informales son el vivo ejemplo de este tipo de trabajador. ¿Sucede eso con las Apps? Miguel Angel Elías asegura que su proyecto busca asegurar la legalidad del servicio. La finalidad es buena, lo que cuestionan los abogados es el cómo.

Erick Iriarte, del estudio Iriarte&Asociados, aclara que las empresas formales que brindan el servicio de plataforma digital para conectar taxistas con viajeros sí pagan impuestos. Depende del modelo de cada cual, dijo, pero sí hacen algún aporte por las comisiones que cobran. En algunos casos se usan facturas, en otros no, pero siempre hay un registro de la comisión que paga el taxista a la compañía de taxi y sobre ello se graba un impuesto. "En el medio informal [la calle] no se tributa nada", recalcó. 

Desde Cabify, por ejemplo, explicaron que las apps, por su naturaleza tecnológica tienden a superar el servicio tradicional gracias al registro de todos los detalles de cada viaje. No se necesita crear un registro para formalizarlos, pues ya tienen un padrón detallado de sus conductores, quienes giran un recibo o factura por todos sus servicios y permiten a la Sunat tener un detalle sobre sus ingresos. El taxi remisse, agregaron, es un servicio que no contempla pago de IGV, pero se cumple con dar transparencia de las operaciones al regulador del mercado. 

¿Faltan normas que ordenen al sector? La citada ONG viene desde el año pasado buscando que se apruebe en la Municipalidad de Lima un reglamento que supervise a los proveedores de plataformas para conectar taxistas. Esta iniciativa que se debatirá en el Congreso sería un nuevo intento. En el segundo semestre, cuando se inicie el debate, será esa una de las preguntas por aclarar.

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