Las historias de emprendimiento de Vanesa Rubina y Renato Díaz tienen un punto de convergencia y de cambio en el momento en que ganaron la Beca EmprendeAhora (EA), programa del Instituto Invertir que tiene como objetivo otorgar anualmente a 130 jóvenes de universidades del interior del país, capacitaciones en desarrollo de negocios, estrategias de liderazgo y otras áreas que les permitan llevar a la prácticas empresas propias, informó Romina Díaz, directora del programa.

La beca para formar emprendedores dura cinco meses, cuenta con tres sesiones y un programa de acompañamiento para que los participantes puedan crear y desarrollar sus negocios.

CAMBIO DE PLANES Renato Díaz cursaba los últimos ciclos de la carrera de Ingeniería Agrónoma en la Universidad Agraria de la Amazonia (UNAS) y tenía decidido postular a algún cargo en la administración pública para ejercer su profesión.

Por esos mismos meses una amiga le dijo que, al ser uno de los primeros puestos de su universidad, podía postular a la beca EmprendeAhora. Renato ganó la plaza y viajó a Lima a participar de las actividades académicas, charlas y talleres de desarrollo personal. Fue entonces cuando descubrió que podía emplear los conocimientos técnicos de manejo del café y el cacao para formar su propio negocio. De esa experiencia nació en mayo de este año Café Santa Teresa, empresa que hoy administra y que ha vendido S/.4.900 (1.200 empaques de café) procesado en el tercer trimestre del año, la fecha de inicio de sus operaciones, como comentaen diálogo con elcomercio.pe.

La historia de Vanessa Rubina en EmprendeAhora comenzó en el 2009. Su futuro como abogada estaba aparentemente trazado por propia convicción y por la insistencia familiar, hasta que, también durante los últimos ciclos de su vida universitaria, postuló, ganó y participó de las actividades del programa. Ella dice que “la beca marcó un antes y un después en mi vida”,

De su paso por el programa concluyó que el “derecho no era lo suyo” y estableció, en el 2010, una empresa de Marketing digital que luego dejó por diferencias con su socio. Recientemente ha levantado, con la ayuda de Videlmo, otro becario, la empresa Kallku, dedicada a fomentar y vender frutas nativas como la granadilla. Hasta el momento la empresa ha generado S/.10.000 en utilidades que han sido reinvertidas. Ella espera que en los próximos tres meses Kallku “se convierta en su principal fuente de ingresos”.

En cinco años de operaciones, EmprendeAhora ha logrado capacitar a 653 jóvenes universitarios y que se formen 50 empresas. Esta beca, comenta Romina Díaz, permite que un promedio de 120 de los mejores estudiantes de universidades de 23 ciudades del país (con excepción de Lima y Callao) reciban 100 horas de capacitación en negocios, desarrollo personal, conocimientos de formación de empresas y de marketing en la Universidad de Lima.

El programa cubre todos los gastos y es financiado por entidades del sector privado. El sábado pasado tuvo lugar una reunión en la que participaron 85 de los becarios de este programa que ya tienen, como Vanessa y Renato, empresas en sus respectivas ciudades natales.

“Sin EmprendeAhora mi vida hubiera consistido en algo tradicional, estaría haciendo cualquier otra cosa menos lo que hago ahora. El simple hecho de haber ganado la beca me cambio la vida, me rompió todos los esquemas y está haciendo que yo quiera replicar lo mismo con más personas. Busco un efecto domino”, describe Vanessa.

NEGOCIO PROPIO Santa Teresa, la empresa de Renato, trabaja con los agricultores del Cusco, en el proceso de plantación de sus cultivos de café. Su labor consiste en utilizar sus conocimientos técnicos para capacitar y ayudar a los campesinos de la zona en el cosecha, preparado y selección del producto. Los granos resultantes los envía a moler, tostar y empacar en otra compañía y finalmente los vende en hoteles y restaurantes de la ciudad y Puerto Maldonado. Por el momento la colocación de sus productos la realiza el mismo, yendo de puerta en puerta, pero eventualmente piensa expandir el negocio.

Un nuevo campo en el que ha decidido incursionar es el del turismo vivencial. En la empresa, dos viajeros ya pasaron por la experiencia de acompañar a los agricultores en todo el proceso de cosechar y seleccionar el grano. La idea, cuenta Renato, consiste en que los turistas sigan la ruta de la producción del grano de café, que “vivan ellos mismos esta experiencia que les encanta”.

En unos tres meses, estima Vanessa, Kallku podrá ser no solo una empresa con mirada social sino también su principal fuente de ingresos. En Kallku se encargan de planear y capacitar a agricultores en una cooperativa de Cajamarca y otra en Huánuco en cultivos alternativos, como granadilla y aguaymanto. La empresa compra estos productos mediante el comercio justo y los vende en otras partes del país, explica.

Sus objetivos a mediados del 2014 son alcanzar las 12 toneladas en ventas mensuales de aguaymanto y empezar a exportar sus productos a países como Alemania y Croacia, en los que, explica, la demanda de estos frutos es fértil.

Además, dijo que tiene iniciadas conversaciones con las empresas Disfruta y Lindley, que espera puedan prosperar. Como ella misma explica, Kallku tiene el objetivo social de ayudar a reducir las tasas de migración de los hombres y mujeres del campo a través del comercio justo. Se ha planteado metas altas, tal vez muy altas: lograr que en el 2025 su empresa pueda ayudar a reducir esta tasa de migración en un 100%.