Está dividida en dos partes. En el primer piso se encuentra la cocina, la sala y el baño, mientras que en el segundo nivel está el dormitorio. (Foto: Airbnb)
Está dividida en dos partes. En el primer piso se encuentra la cocina, la sala y el baño, mientras que en el segundo nivel está el dormitorio. (Foto: Airbnb)
Marcela Mendoza Riofrío

¿Alguien vio esa película en la que Cameron Díaz intercambia su casa por una semana con una joven inglesa y termina encontrando el amor? Mas allá de si les gusta el romanticismo de la misma o no, la cinta resulta interesante porque presenta un modelo de organizar las vacaciones muy distinto al tradicional y cercano a lo que ha generado polémica por una posible regulación en el Perú.

Hace unos días, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo () prepublicó el 'Proyecto de Reglamento de Establecimientos de ', levantando críticas por la posibilidad de que este establecería barreras a la prestación de arriendo de domicilios a visitantes temporales a través de aplicaciones virtuales.

En esa línea, Liz Chirinos, viceministra de Turismo, precisó ante las dudas que el proyecto busca actualizar, únicamente, la prestación de servicios de alojamiento turístico; y no tiene como fin regular los alquileres de viviendas, habitaciones u otras operaciones que se realizan a través de plataformas virtuales.

En la cinta 'The Holiday', Cameron Díaz entra a una página web y encuentra una serie de ofertas de personas que ofrecen alojamiento en sus viviendas. Ella desconoce a la arrendataria pero ve comentarios positivos, le gustan las opciones y, así, contrata un intercambio: por una semana ambas se mudarán al otro lado del mundo.

Internet, mas ahora que está al alcance de grandes grupos poblacionales desde el celular por 'Apps' sencillas de manipular, se ha convertido en un medio para conectar personas y servicios de manera ágil y sencilla.

¿Quiero un taxi? ¿Un restaurante? ¿Un paseo por Lunahuaná? ¿Una habitación por días u horas? ¿Una entrada al cine? Entro a la App respectiva, elijo, pago y listo. Rápido, sencillo, intuitivo, descomplicado. Sin mucho problema y con ayuda de un intermediario, el cliente contacta al proveedor y atiende sus problemas.

Airbnb está en tratativas para comprar a su rival chino Xiaozhu
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EL CONCEPTO
Eso es conocido como economía colaborativa (gig economy en inglés) y tiene como parte de su esencia la libertad propia del Internet. Los negocios se basan en una módica comisión que se cobra por hacer de intermediario. 

Uber no es una empresa de taxis ni un hotel. Pero compiten con los taxistas y los hoteles. En realidad, compiten los pequeños proveedores —el dueño del carro o de un departamento— quienes usan la plataforma en Internet para contactar usuarios y darles un servicio. 

En el caso del servicio de alojamiento han ido surgiendo muchas versiones, unas más innovadoras que otras. Están desde el puro intercambio de departamento, al estilo de la citada película, hasta el arrendamiento de propiedades completas, como una casa de playa por el verano. La gracia es que te dan alojamiento o comida por pocas horas o muchas semanas a un precio bastante mas atractivo que el ofrecido por los medios turísticos tradicionales. 

¿Como se controla la calidad? Simple. A diferencia del pasado aquí en usuario es quien tiene el poder. A través de las mismas aplicaciones se castiga o premia el servicio con estrellas o criticas. Son las referencias las que te permiten comparar precios, ubicación, higiene, amabilidad y un largo etc. 

Como es comprensible, estos nuevos tipos de accesos a los servicios a través de las plataformas en Internet no tienen una legislación hecha o definida. La mayoría de países debaten cómo debería legislarse. No hay un patrón o estándar. Algunos las prohíben, otros las regulan y otros las dejan en libertad.

En el Perú ha empezado el debate con el proyecto para regular las Apps de taxis y con esta nueva propuesta del Mincetur que evalúan dictaminar.

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