"El Puente de Piedra", por Gonzalo Torres
"El Puente de Piedra", por Gonzalo Torres
Redacción EC

ENZO DEFILIPPI
Socio de Intelfin y profesor de U. del Pacífico

El Estado Peruano de los 80 es uno que quisiéramos haber eliminado para siempre. En aquella época, obtener cualquier servicio del Estado (una licencia, un título, un documento oficial) requería múltiples y larguísimos trámites que eran en su mayoría absurdos e imposibles de cumplir. De hecho, la que sufrimos hasta hoy tiene sus raíces en este sistema, el cual excluye a quienes no poseen los recursos para ser formal.

De alguna manera, este Estado sobrevivió a la reforma de los 90. Hoy, fortalecido, muestra su rostro con cada vez menos pudor. Se lo puede ver, vivito y coleando, en una ley que obliga a contratar a un médico especialista en salud ocupacional para que trabaje, a tiempo completo, en una oficina donde solo laboran 70 de los 4.000 empleados de una empresa. Y como hace 30 años, ningún funcionario se ha tomado la molestia de verificar si existen suficientes médicos de esta especialidad en el país.

El Estado de los 80 sonríe burlonamente cuando una ley exige realizar exámenes médicos ocupacionales a todos los trabajadores de una empresa sin importar su labor y sin que existan estadísticas que señalen qué riesgos es necesario prevenir (ni criterios que indiquen por qué deben repetirse anualmente). Lo vemos tomando sol, chino de risa, cuando un funcionario ordena proveer de bloqueador solar a empleados que trabajan bajo techo. Y nos mira con actitud de ganador cuando el director de Migraciones responde a los pedidos de contar con más inspectores en el aeropuerto exigiendo que los vuelos lleguen cuando ellos están desocupados.

La buena salud del Estado ochentero se verifica también en las disposiciones del , que obligan a que una oficina de 10 m x 20 m cuente con tres extinguidores y cinco pegatinas señalando la salida. Pero donde se revela extasiado, disfrutando de su leche ENCI mientras baila los éxitos de la salsa sensual, es cuando se comparan requisitos, criterios y períodos de aprobación de un mismo trámite en diferentes municipalidades. Solo falta Ferrando y ya. Flashback total.

La última escalada de aquel Estado que creíamos muerto es la , una oficina del Ministerio del Interior, de exigir a las empresas autorización previa para realizar promociones 2x1. Se trata de la misma instancia a la que se debe pedir autorización para realizar rifas y colectas públicas, solo que ahora exige autorizar también promociones comerciales y que se le entregue los premios no adjudicados. ¿Por qué una oficina que se ocupa de autorizar mítines y nombrar gobernadores quiere supervisar actividades comerciales? ¿No existe ya el Indecopi? Al igual que en los tiempos del sinsentido económico, la burocracia está buscando servirse de los ciudadanos, no servir a quienes pagamos su salario.

Esto, señores, tiene que terminar. Regular es una actividad especializada que no podemos encargar a personas sin criterio ni preparación. Cada trámite irracional, cada requisito absurdo es como una célula enferma que junto con otras forman el cáncer que ataca nuestra competitividad.

Parafraseando a un personaje de Chespirito (otro ícono de la época), diríamos que el Estado de los 80 no estaba muerto, andaba de parranda. Nuestro deber es acabar con este monstruo antes de que termine de reencarnarse en el Perú actual.