Pensiones en el Perú. (Foto: GEC)
Pensiones en el Perú. (Foto: GEC)
Eduardo Morón

Dado que el ha forzado al gobierno a apurar una reforma del sistema de pensiones creo que es importante ayudar a que el proceso sea lo más conveniente para la mayoría de los peruanos. Por ello, creo que es bueno empezar por los temas en los cuales la gran mayoría de especialistas en el tema estamos de acuerdo sin importar nuestras preferencias políticas o ideológicas. Creo que es más útil un ejercicio de encontrar un amplio consenso técnico que priorizar las diferencias en algunos temas que podrían ser en realidad secundarios si es que ya nos hemos puesto de acuerdo en ese primer grupo.

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¿En qué estamos de acuerdo?

Estamos todos de acuerdo en que el sistema de pensiones debe dar pensiones a todos. Esto es un flujo de recursos mínimos que evite que los peruanos cuando nos llegue cierta edad que aquí llamaremos de jubilación no pasemos a pobreza extrema por falta de recursos monetarios para vivir. El financiamiento de tus gastos en esa etapa vendrá de tres fuentes: de tu pensión, de tus otros ahorros o inversiones (si las tienes), y de lo que tus hijos quieran darte (si te dan).

También estamos de acuerdo que el sistema no debe ser como el actual, fragmentado, desarticulado, sino por el contrario un solo sistema que permita combinar dos tareas: (1) darle asistencia solidaria a quien es incapaz de llegar a una meta mínima de ahorro, (2) permitirle a quien puede hacer un esfuerzo mayor de ahorro durante su vida tener la certeza de un flujo cierto de recursos para su vejez.

La solidaridad previsional tiene como fuente de financiamiento los impuestos que pagamos, como estos recursos son escasos no podemos pretender tener grandes prestaciones para nuestros jubilados. Piensen que al igual que el bono que se ha dado en medio de la lo único que se busca es que ese hogar no padezca hambre. Entonces esa pensión universal vitalicia debe tener la misma lógica que el actual bono universal sólo que pensando en que estamos reemplazando las necesidades de aquellas personas que llegan a edad de jubilación dentro de un determinado hogar. Un número entre 150 soles podría ser una referencia.

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Además, este número debe ser bajo porque lo que queremos es que quien puede hacer un esfuerzo por tener algo más de pensión lo haga. Para ello debemos sustituir lo que hoy tenemos en la ONP que es un juego de todo o nada. Si un afiliado a ONP no llega a los 20 años clavados de aportes recibe cero. Sería mejor definir que esos 150 podrían ser 200 si tengo digamos 5 años de aportes, o 250 si tengo 10 años de aportes. Estos valores se pueden corregir por la inflación de manera automática porque no queremos que los políticos pretendan ganar votos jugando a ser generosos con el esfuerzo de tributación de otros.

Esto debería estar predefinido para que un trabajador sepa perfectamente que su esfuerzo tendrá un beneficio. Es muy importante que instauremos en el imaginario de las personas que hay una meta de ingresos futuros que les resolverá mucho o poco dependiendo de su esfuerzo.

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Hay grandes enemigos en nuestro sistema de pensiones que debemos atacar en esta reforma: el primero es la posibilidad de retirar el 95.5% de nuestros fondos para jubilación. Esta regla debería ser sólo para aquellos fondos extra que te sobren luego de que con tu plata hayas aportado lo suficiente para comprar una pensión mínima. Imaginemos que esa pensión mínima vitalicia es de 1,000 soles. Imaginemos que para alcanzar esa pensión necesito acumular 150,000 soles. Entonces sólo si he aportado más de esa cantidad puedo retirar la diferencia. Si acumulé 200 mil, tendré 50 mil extras.

El otro gran enemigo silencioso de cualquier sistema de jubilaciones es el sobre endeudamiento. Esta desmedida preferencia por liquidar el fondo de pensiones que observamos es simplemente la cara opuesta de personas atrapadas en el sobreendeudamiento. Estas personas tienen toda la razón -financieramente hablando- de liquidar el fondo para pagar sus deudas a tasas elevadas. Pero, el problema no está en el sistema de pensiones sino en permitir que la gente se sobre endeude al extremo de preferir tener la certeza de hambre en el futuro con tal de poder atender sus deudas hoy.

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La SBS debería cumplir su papel y mejorar la regulación de este tema. Antes de la pandemia, 20% de los trabajadores formales tenían deudas que eran más de 10 veces su remuneración promedio. Cuando lo recomendable es que no sea más de 30%. Estamos incubando un desastre previsional porque todos ellos preferirán su plata hoy para pagar esas deudas. Vale la pena mencionar aquí que como tendremos un único sistema de pensiones este debería tener un único regulador especializado, algo que no ocurre ahora.

¿En qué temas estamos de acuerdo sólo algunos?

Hasta aquí creo que cualquier especialista en pensiones firmaría lo que he escrito. Pero aquí es donde empiezan las diferencias. Unas son más importantes que otras. Esas diferencias están asociadas a las tareas que debe cumplir cualquier sistema de pensiones: cobrar aportes, administrar los fondos, pagar pensiones.

La primera tarea es quien cobra los aportes. Lo que queremos como clientes es una combinación de características. La más esencial es que la plata no se quede en el camino. Parece una exageración, pero la historia de los REPROs muestra con claridad que el aporte puede perderse en el camino para financiar a la entidad que retuvo y no aportó.

Aquí es donde el tema institucional aparece y no es menor. No basta que sea privado porque los aportes pueden quedarse en el camino, pero da miedo que sea público. Se necesita que los aportes vayan a donde deben ir.

La otra característica que queremos es que este costo de cobro sea barato. Pero este costo debe solventar la tarea de administrar las cuentas. Aquí tenemos dos modelos actualmente funcionando. Por un lado, SUNAT se encarga de esta tarea para la ONP y las AFP montaron AFPNet para hacer lo mismo. Comparando costos es mucho más barato AFPNet. Este servicio podría tercerizarse y buscar la mayor de las eficiencias. Pero, más allá de las eficiencias operativas lo más importante es evitar que el aporte se quede en el camino. Esto es fácil de hacer: para las entidades del sector público, los aportes deberían ir de frente a estas cuentas sin pasar por una decisión administrativa de la entidad y para las empresas debería imponerse una multa -como ya ocurre en muchos países- que desincentive este abuso.

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La segunda tarea es administrar los fondos. Aquí lo esencial es que la plata no se la lleve un gobierno necesitado o te la pidan prestado para luego no pagarte nada. Es decir, la palabra clave es intangibilidad. Lo segundo a tomar en cuenta es que se administre pensando en para que hicimos esos aportes. Esto es ahorro de largo plazo. Lo más obvio aquí es que se utilice un esquema que se conoce como target date funds (fondos con fecha objetivo). La lógica es muy simple, si yo hoy a mis 25 años empiezo a cotizar sé que en 40 años me toca jubilarme. Entonces lo que corresponde es administrar esa porción de los recursos como para que en 40 años sea lo más alta posible (OK de repente no toca arriesgar tanto). Una opción que creo sería interesante para los que nos vamos acercando a la edad de jubilación es que se ofrezca una garantía de no desvalorización de los fondos a partir de 5 años antes de la edad de jubilación.

¿Deben ser las AFP quien administre estos recursos? Deben ser instituciones que tengan varias características: (1) especializadas, es decir, necesitan tener los equipos debidamente capacitados para esta tarea; (2) independientes, es decir, no deberían invertir en firmas relacionadas; y, (3) transparentes, es decir, todas sus transacciones deben ser reportadas al regulador. Si las actuales AFP pasan estos filtros, bienvenidas.

El tercer aspecto de esta segunda tarea también es costo. Para minimizar el costo en la administración de estos fondos hay muchas formas de hacerlo. Una obvia es licitar por 10 años estos fondos a gestores con un plan predefinido (target-date funds). Otra es intentar que la gente sea quien promueva la competencia entre administradores, aunque esto tiene límites.

La tercera tarea es pagar pensiones de manera competitiva. Como hemos dicho antes, queremos que el sistema no sea innecesariamente caro. Lo que necesitamos es que se licite la pensión vitalicia mínima que todos deberían llevarse. Y para todo el resto del fondo deberíamos dejar a los diferentes actores que compitan ofreciendo múltiples opciones que hoy ya existen en el mercado.

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Temas más polémicos

Con el ánimo de poner todos los temas en discusión y no omitir los que sean polémicos creo que vale la pena al menos poner un par. El primer es la definición de la edad de jubilación. Es evidente aquí y en todo el mundo que la población vive cada vez más tiempo. Cuando Bismark inventó el sistema de jubilación y puso 65 años la esperanza de vida al nacer no superaba los 40 años. Eso ocurrió hace 140 años, y hoy la esperanza de vida en Perú sobrepasa los 75 años y pronto superaremos los 80 años. Los países más sensatos hacen un ajuste a esta edad de manera automática cada 5 años.

El segundo tema polémico es sobre quiénes y cuánto deben aportar. Para responder a eso creo que hay que preguntarse quienes van a envejecer. Todos. Así que la respuesta debería ser todos, sin excepción. Los que ganan mucho y los que ganan poco. Los que ganan una remuneración estable y los que no. Todos. La complicación es cómo cobrarles, pero para eso hoy SUNAT tiene mucho mayor claridad de los ingresos de las personas.

Como dije antes, el financiamiento de la vejez saldrá de tu pensión, de tus otros ahorros, y de lo que tus hijos quieran darte. En ese sentido, el monto de aporte debe ser de al menos 10% de tus ingresos en tu vida laboral. Algunos, no llegarán a aportar nada muy significativo y tendrán derecho sólo a la pensión universal. Seguramente, tendrán que pedir ayuda a su familia. Otros llegarán a alcanzar una primera meta de ahorro y podrán disfrutar una pensión mayor. Otros -como algunos independientes- preferirán aportar poco y vivir de sus inversiones. Genial, tendrán derecho a la pensión universal. Otros, encontrarán valor en tener un ingreso cierto en toda su vejez y apostarán por este mecanismo. Otros aportarán mucho porque ganan suficiente y podrán jubilarse con una pensión mayor.

El último tema es la transición de lo que tenemos a lo que tendremos. Cuando se creó el SPP, lo hicimos en medio de una severa estrechez fiscal y eso hizo que la generación de transición fuese tratada con poca generosidad. Ahora, volvemos a hacer una reforma en medio de otra situación de estrechez fiscal. No esperen generosidad. No por ahora.

Espero que estas líneas sirvan para construir esa reforma que todos anhelamos.

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¿Qué es la covid-19?

La covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.

El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.

¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del covid-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

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