Víctor Fuentes Campos

Esta semana el Congreso aprobó la reducción del IGV de 18% a 8% para restaurantes y hoteles que sean MYPEs hasta el 2024. La autógrafa denominada “8% del IGV para Rescatar el Empleo” busca ayudar a los empresarios e impulsar el empleo formal. Sin embargo, ¿es beneficiosa esta medida? Veamos tres ejemplos:

  • “La Abu” es un pequeño restaurante que obtiene ingresos mensuales de S/8 mil y tributa bajo el Régimen Único Simplificado (RUS). Sin embargo, “La Abu” y el 54% de las empresas en el sector hoteles y restaurantes pertenecen al RUS y no pagan IGV, por lo que no se verían beneficiados.
  • “El Combate” es un restaurante más grande que tributa bajo el Régimen General. Frente a un menor pago de IGV, los dueños están evaluando cambiar de un proveedor formal que emite facturas a uno que no lo hace, pero le cobraría más barato. La propuesta alienta la informalidad.
  • “Santa Gula” es un restaurante bastante más grande pero que todavía es una MYPE porque sus ingresos promedio mensuales son menores a S/652 mil. A “Santa Gula” le va muy bien y ya superó las ventas prepandemia ante las menores restricciones de aforo. Sin embargo, si sus ventas siguen creciendo dejará de ser una MYPE y perderá el beneficio de la norma. La propuesta promueve la evasión fiscal porque incentiva la subdeclaración de ingresos y fomenta la subdivisión artificial de los negocios.

En general, esta medida beneficiará a las empresas más grandes del sector, y no a las que se han visto más golpeadas por la pandemia. Además, genera incentivos perversos que apuntan a una mayor evasión fiscal y el enanismo empresarial. Por último, no existe evidencia que respalde el título de la norma: un IGV más bajo no segura que se vaya a generar más empleo formal, sobre todo en un entorno de altos precios de los alimentos.

Una preocupación real por la generación de empleo formal en las MYPEs, sobre todo de las más pequeñas, se alejaría de medidas populistas.

Víctor Fuentes Campos Economista jefe del Instituto Peruano de Economía (IPE)