Dos teorías podrían explicar la aparición gradual, a lo largo de los siglos, de un cannabis con cada vez mayor concentración de THC. (Foto: AFP)
Dos teorías podrían explicar la aparición gradual, a lo largo de los siglos, de un cannabis con cada vez mayor concentración de THC. (Foto: AFP)
Redacción EC

En febrero pasado se reglamentó la ley para el uso del en el Perú. Sin embargo, todavía está pendiente completar los procedimientos para participar de la industria. Me explico. El citado reglamento cumple con listar los requisitos necesarios para solicitar un tipo de licencia para determinada actividad; sin embargo, algunos de estos requisitos se encuentran pendientes de elaboración o aprobación por alguna entidad.

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A manera de ejemplo, para solicitar la licencia de producción se requiere, entre otros, presentar el protocolo de seguridad aprobado por el Ministerio del Interior. Este protocolo todavía no se ha aprobado. 

Habiendo transcurrido ya el plazo otorgado por el reglamento para la elaboración y aprobación de los mismos, considero que no es necesaria tanta demora, al menos no con lo que está en juego. La industria del cannabis no espera, tengamos en cuenta que nos enfrentamos al nacimiento de la industria como tal, y en estos momentos capitales de todo el mundo están mirando hacia América Latina, y particularmente al Perú, como destino de inversión. 

Esto por sus ventajas comparativas en términos de clima y suelo, pero también por sus costos operativos. Sin embargo, estos vientos pueden cambiar rápidamente, ya que los tomadores de decisiones cada vez entienden mejor la industria y actúan acorde. Esto ha llevado a que el 2018 sea el segundo mejor año en la historia en términos de legalización en EE.UU.; asimismo, más de 20 países en el mundo han aprobado el uso medicinal del cannabis. 

La tendencia es clara: a mayor legalización, mayor competencia, lo que se traduce en una mayor dificultad de captar la inversión. 

Ante tan altas expectativas, y con las condiciones dadas, sería negligente no darles una oportunidad a los actores relevantes. En Canadá, modelo al que debiéramos aspirar, la industria se está formando con los más altos estándares. Los grandes actores han creado un marco de responsabilidad social corporativa al cual adherirse para formar parte de la industria. La mayoría de compañías se enorgullecen de dar accionariado (al menos 10% según el CEO de Canopy Growth) y excelentes condiciones a sus trabajadores. Ni hablar de la tecnología, con cultivos 100% automatizados. 

El valor de mercado estimado para el cannabis medicinal en América Latina es de US$8,5 mil millones. ¿Por qué no aspirar a un pedazo de esa torta? ¿O, mejor aun, al mercado americano y europeo? 

El cannabis genera ingresos y recaudación, pero es mucho más que eso. 

El nacimiento de una industria viene con la oportunidad de volver a empezar. ¿Por qué no tomamos esta oportunidad de generar ingresos mientras creamos industria responsable, que tenga garantizada la hoy tan escasa licencia social, de la misma forma que apostamos por la gastronomía o la industria agroexportadora, sectores que siguen dando abundantes frutos en el país?