"En celebración del Gastón-empresario", por Augusto Townsend
"En celebración del Gastón-empresario", por Augusto Townsend
Redacción EC

AUGUSTO TOWNSEND K. / 
Editor Central de Economía y Negocios

El enésimo descarte de de una hipotética candidatura presidencial ha defraudado a muchos que, como es obvio, ya estaban de por sí defraudados de la política local y . Comprendo su desilusión pero, a la vez, creo que es equivocado pensar que Gastón, como eventual político, haría más por su país de lo que ya ha logrado hacer como empresario.

En el Perú, lastimosamente, cuesta reconocer como un líder nacional a alguien identificado con la etiqueta de empresario. El mismo Acurio ha rehuido sistemáticamente a que le endilguen tal apelativo. Por eso se identifica como “cocinero” y habla de sus proyectos “personales, sociales y económicos”, nunca empresariales. Es una pena, porque no encuentro a nadie que esté en mejores condiciones que nuestro “chef de bandera” para revalorar la figura del empresario entre los peruanos.

Todo lo bueno que ha hecho Gastón Acurio por el país lo ha hecho con ese sombrero bien puesto. Y ha sido mucho. Con la creciente exposición de su figura pública se ha convertido en blanco de críticas, desde las , hasta esas otras que surgen naturalmente de aquel deporte nacional que consiste en vilipendiar el éxito ajeno.

Se reclama que Gastón hable de inclusión cuando en sus restaurantes cobra precios excluyentes, como si hacer alta cocina no entrañara, por definición, la venta de un producto ‘premium’ merecidamente caro. Esta crítica es injusta porque apunta a solo una de sus facetas e ignora, olímpicamente, la desinteresada labor que ha hecho, por ejemplo, con su escuela de cocina en Pachacútec y ahora con su ambicioso proyecto universitario en Santa María.

Habría que preguntarse, además, quién le ha pagado un sol a Acurio por toda la promoción internacional que le ha hecho a la cocina peruana y, más importante aun, por convencer a los peruanos de que podemos ser líderes mundiales en . Por la sensación de orgullo nacional que ayudó a construir. Por todo el empleo que ha generado el ‘boom’ gastronómico que él impulsó. Alguien tendría que valorizar el impacto de tamaño subsidio –en tiempo, esfuerzo y su propio dinero, por cierto- a la patria.

Los principales agentes de cambio en una sociedad son sus empresarios, vale decir, aquellos que viabilizan el progreso asumiendo el riesgo inherente a innovar. Aunque no veamos a un Gastón-político, en el Perú ya hay un antes y un después del Gastón-empresario. Quizá sea mejor así.