La ciudad de Lima presenta la mayor tasa de víctimas de intento de robo de dinero, cartera, celular con 7 víctimas por cada 100 habitantes de 15 y más años de edad. (Foto: archivo)
La ciudad de Lima presenta la mayor tasa de víctimas de intento de robo de dinero, cartera, celular con 7 víctimas por cada 100 habitantes de 15 y más años de edad. (Foto: archivo)
Magali Silva

El concepto de ciudad inteligente normalmente está asociado al desarrollo digital de una ciudad. A través del uso de la tecnología la administración de la ciudad logra eficiencias en la prestación de servicios públicos que generan mayor bienestar para el ciudadano. En una ciudad inteligente, la gestión municipal sigue un plan estratégico que el alcalde ha compartido con la comunidad antes de ser elegido, por el cual se rige y rinde cuentas a la ciudadanía en tiempo real por medios digitales; y no al final de su mandato. Así, la gestión de la ciudad inteligente se torna más transparente, más democrática, más inclusiva y más sostenible.

Cada vez que pagamos nuestros impuestos solemos preguntarnos qué harán los municipios con nuestro dinero, si los alcaldes tienen la potestad de cambiar la zonificación sin consultarnos alterando el valor de nuestros predios; rescindir contratos con las empresas encargadas del recojo de los residuos sólidos con evidentes impactos negativos en nuestra salud o disminuir el reguardo en seguridad aduciendo temas de presupuesto que atentan contra nuestra integridad física.

Por eso entiendo perfectamente la apatía que existe en estas elecciones. Los ciudadanos hemos perdido la confianza en nuestras autoridades. No obstante, estoy convencida de que el sistema democrático, con todas sus fallas, nos permite ejercer nuestro derecho a la libertad de elegir. Somos nosotros los que decidimos en las elecciones.

Si somos ciudadanos inteligentes, elegiremos a las mejores autoridades. La información sobre los planes de gobierno es pública. Expresemos nuestras inquietudes. Prioricemos, en el programa de cada candidato, la solución planteada para el problema del transporte, la seguridad, la limpieza pública, el medio ambiente o el abandono de niños, ancianos y poblaciones en riesgo en las calles.

Ser un ciudadano inteligente nos da la capacidad de convertir nuestra ciudad en inteligente con pequeños cambios en nuestros actos de conducta que respeten a las personas y a la naturaleza. Seamos críticos y planteemos soluciones posibles a los problemas que nos aquejan. Seamos valientes y denunciemos actos ilegales o con sospecha de corrupción. Para ello, los medios digitales están de nuestro lado.

Solo requerimos de autoridades que cumplan con dos condiciones: voluntad política y voluntad de trabajo. La primera, para alinear los objetivos de los nuevos gobernadores regionales y alcaldes, en un primer momento, con los ministerios en temas de seguridad, tráfico, semáforos, conexión a Internet, agua y desagüe, paneles solares y otras energías renovables. Luego vienen las alianzas en temas de salud pública y educación, después en desarrollo productivo y finalmente en el área cultural y turística. Si los objetivos entre los distintos niveles de gobierno están alineados entre sí y la voluntad de trabajo los lleva a proveer al ciudadano bienes y servicios de calidad, habremos recobrado la confianza en el sistema democrático. 

En este proceso, las herramientas digitales serán nuestro mejor aliado. No esperemos el final del mandato para enterarnos de los resultados de la gestión.