"El romper los contratos de exclusividad que los operadores han celebrado con los creadores de contenido, podría generar, sí, un beneficio de corto plazo para algunos consumidores. Pero, así como en el fútbol, en la competencia generalmente es mejor pensar en el largo plazo", señala el especialista.
"El romper los contratos de exclusividad que los operadores han celebrado con los creadores de contenido, podría generar, sí, un beneficio de corto plazo para algunos consumidores. Pero, así como en el fútbol, en la competencia generalmente es mejor pensar en el largo plazo", señala el especialista.
Mario Zúñiga

A raíz del aumento en los precios del llevado a cabo a inicios de año por una empresa de telecomunicaciones, el inició una revisión del régimen tarifario de dicho servicio. El internet fijo, hoy, está bajo un régimen de tarifas supervisadas, no reguladas; y existe libertad para subir el precio bajo ciertas condiciones (por ejemplo, dar un preaviso de cómo mínimo 15 días al usuario).

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El informe que contiene dicha revisión concluye que la referida empresa es un “proveedor importante” en el mercado de internet fijo. Dicha conclusión descansa excesivamente, a nuestro juicio, en la cuota de mercado y en la concentración de la industria. Es cierto que el sector tiene un líder con amplia ventaja en términos de cuota de mercado, y que ésta se ha movido poco en los últimos años. Sin embargo, consideramos que es indispensable analizar estos factores a la luz de la sostenida reducción de precios en el mercado en el mediano y largo plazo (más allá del aumento de este año, los precios han experimentado una caída de más de 40% entre el 2011 y 2017, midiendo precio por megabyte (Apoyo, 2019)); la competencia que viene entrando (Win, Ultra, entre otros, a pesar de contar todavía con cobertura limitada); y, sobre todo, a la luz de la competencia que el internet móvil representa para el fijo.

Más allá de esta conclusión, preocupan los remedios que se plantea; en particular, que se deje abierta la posibilidad de que, para promover la competencia en el mercado de internet fijo y TV paga, se podría obligar a las empresas que prestan dichos servicios a compartir con otros operadores contenido de carácter exclusivo.

No parece una buena medida. El objetivo de la regulación no es suplantar la competencia sino promoverla. Y para promover la competencia no es necesario que los reguladores o agencias de competencia, según sea el caso, “nivelen la cancha”, despojando a los agentes económicos de los activos que les dan una ventaja estratégica.

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“Estoy atrapado con mi proveedor porque tiene el mejor canal de noticias”. ¿Es eso malo para la competencia? No. El valor estratégico que tiene un canal de televisión producido por el propio operador del servicio de TV paga genera beneficios tangibles para el consumidor y es eficiente (y justo, si quieren usar ese estándar) que capture ese valor. “No podemos competir si no tenemos el mundial”. Discrepamos. Sí se puede. Con desventaja, es cierto, pero derivada de una estrategia competitiva válida: pagar un mayor valor por el contenido que los consumidores prefieren. Ese mayor valor puede incentivar la generación de más contenido (o que se transfiera más valor al contenido que ya existe). Recordemos, en esa línea, que los derechos de ‘televisación’ de los partidos constituyen una importante fuente de ingresos para los equipos de fútbol.

El romper los contratos de exclusividad que los operadores han celebrado con los creadores de contenido, podría generar, sí, un beneficio de corto plazo para algunos consumidores. Pero, así como en el fútbol, en la competencia generalmente es mejor pensar en el largo plazo.

Si un proveedor de internet o cable no puede acceder a determinado contenido, aunque sea contraintuitivo, esto podría ser positivo para el consumidor en el mediano y largo plazo, ya que incentiva la producción de más contenidos. Y este (el de producción de contenidos) es un mercado altamente competitivo, sin barreras significativas a la entrada. Obligar a compartir contenidos exclusivos sería, creemos, un autogol a la credibilidad del Osiptel.

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Entonces, ¿qué se puede hacer en estos casos? En un mercado competitivo, como el del internet fijo, el regulador debe preferir mejorar la información que ya existe en el mercado, y si acaso ello no fuera suficiente, usar mecanismos de regulación sencillos, que faciliten la competencia y las decisiones del consumidor, no reemplazarlos. Los Reportes de Competencia elaborados por dicho organismo en el mercado de telefonía móvil ayudan al consumidor a comparar servicios. Esto podría replicarse en el mercado de internet fijo y cable. Por otro lado, ¿por qué si estamos ante un servicio competitivo, no analizamos primero qué podría desregularse? Hoy los proveedores del servicio tienen muchas obligaciones que no necesariamente reditúan en el bienestar del consumidor y que ocupan “ancho de banda” de empresas y del mismo regulador, innecesariamente.

Además, hay mucho por hacer en el aspecto infraestructura. Facilitar la instalación de antenas, fibra óptica y modificar el Reglamento Nacional de Edificaciones para que la primera compañía en instalar cableado en los edificios no tenga ventaja sobre las demás.

Los aumentos de tarifas son impopulares. Generan rechazo de la gente y, por ende, de los políticos. El regulador puede verse tentado a “hacer algo”. Pero ese “gol” no sirve de nada si para lograrlo nos metimos un autogol.