FOTOS EDUARDO CAVERO. (Foto: GEC)
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/ EDUARDO CAVERO
Paul Antonio Rebolledo

Cada vez es más palpable la influencia del clientelismo político en la designación reciente de autoridades en la administración pública. En particular, varios de los funcionarios elegidos no cuentan ni con la experiencia técnica ni con la idoneidad moral para ejercer tales cargos.

Ante esta situación que termina afectando la reputación y credibilidad de varias entidades del aparato estatal, ¿Existe algún caso de éxito en el sector público que podría replicarse en las demás instituciones? Mi opinión es que la estrategia y el actuar del Banco Central de Reserva (BCR) constituye un gran modelo a seguir. ¿Qué valores del BCR podrían extrapolarse a otras instituciones del Estado?

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Un primer elemento radica en el profesionalismo y liderazgo de sus funcionarios principales en el rol de guías de la institución, en su misión y visión. Así, la admiración de los trabajadores hacia los líderes de la institución impulsa su identificación con la misma y los impulsa a conseguir los objetivos trazados en las distintas áreas del Banco: desde el diseño y la implementación de la política monetaria hasta la cuidadosa administración profesional de las reservas.

Un segundo tema clave consiste en los criterios de ‘recruiting’ y meritocracia. El BCR realiza un curso de extensión universitaria hace más de 60 años, una de las canteras más valiosas de profesionales en los campos de la economía y las finanzas. Los primeros lugares de los cursos de Economía Avanzada y de Finanzas Avanzadas entran a trabajar al Banco, nutriendo y repotenciando sus áreas. Progresivamente, tras obtener doctorados y maestrías, estas personas terminan ocupando cargos de mayor responsabilidad en el Banco de acuerdo con sus logros y credenciales.

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Una tercera arista se centra en la credibilidad y seriedad de sus políticas. La reputación de la institución tiene la capacidad de convencer a los agentes económicos, lo cual resulta clave para mantener la estabilidad monetaria. La “palabra del Central” es altamente respetada y ello, a la larga, genera bienestar en la sociedad. La rendición de cuentas a través de las distintas publicaciones y reportes resultan clave en aras de realzar una gestión transparente.

Una cuarta área es la inmensa proyección social del Banco. Así, por ejemplo, los cursos de actualización para estudiantes de provincias impulsan la “democratización” de los conocimientos en todo el Perú. Este año fui testigo como profesor de una clase de más de 260 alumnos ávidos de aprender y de realizarse profesionalmente, “equiparando la cancha” con la plaza limeña. Adicionalmente, quedan cortas las palabras para describir el compromiso del Banco con el arte y la cultura (cuenta con un gran museo), la numismática y el conocimiento (cuenta sin duda con la mejor biblioteca económica del país).

En suma, no es gratuito el reciente alivio de los mercados locales ante la ratificación del actual presidente del Directorio. Debemos agradecer al Banco por su gran servicio a la sociedad peruana. En este contexto, está en el mejor de los intereses de la Nación proteger su independencia. El BCR es un gran ‘benchmark’ para el resto del aparato estatal.

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