Populismo electoral, por Jaime de Althaus
Populismo electoral, por Jaime de Althaus
Redacción EC

El castigo para un candidato presidencial que regala más de 20 soles bajo el amparo de una ley absurdamente arbitraria es salir de la contienda electoral. Pero, como decía un amigo, prometer que el será 1.000 o 2.000 soles a cambio de su voto no está penado.

En ambos hechos se está tratando de conseguir votos. Claro, el primero es un regalo concreto e individual, el segundo solo es una promesa grupal. Como uno tiende a no apreciar lo que da por seguro, la población ya no valora tanto la estabilidad macroeconómica. Por lo tanto, los candidatos sienten que electoralmente es más rentable vender promesas de corto plazo que reducir las preocupaciones de largo plazo. 

Ser es ofrecer cosas que no se pueden cumplir sin incurrir en costos más altos. Ofrecer aumentos en el salario mínimo para muchos puede sonar bien, pero puede costarle la vida a más de una empresa o los derechos laborales a un trabajador. Hoy le aumentas el sueldo para que mañana la empresa cierre y desaparezca ese empleo formal, o tal vez transforme dicho contrato formal en uno informal con menos derechos. Ser populista es no querer resolver los verdaderos problemas y contentarse con maquillaje superficial.  

El mejor ejemplo es lo que está pasando en el Congreso a propósito del proyecto de ley de liberación de los fondos de pensiones. Varios grupos políticos faltos de mejores ideas optaron por la ruta fácil de ofrecer a las personas que puedan disponer de casi todo su fondo de pensiones. Se ignoraron por completo los sólidos argumentos en contra expuestos por el Ejecutivo en su observación. A cualquiera le suena mejor tener la plata hoy al contado que un flujo seguro en cuotas. Esa es la magia del populismo. Suena bien, pero en realidad no es una buena opción.

Tenemos un sistema de pensiones fragmentado que no cumple cabalmente su misión: dar pensión a la mayoría de los trabajadores. Tenemos millones de aportantes a la ONP que tendrán cero de pensión al intentar jubilarse. Tenemos una minoría que aporta frecuentemente y logrará una pensión adecuada. Tenemos un sistema de AFP que sigue siendo caro de administrar. Estos son los verdaderos problemas del sistema de pensiones y la norma que quiere aprobarse al caballazo, para salir bien en la foto antes de las elecciones, no resuelve ninguno de estos cuatro problemas. Ninguno. 

Ser populista vende, pero es irresponsable. A estas alturas de nuestro desarrollo aspiraríamos a que nuestros políticos sean más conscientes del peligro de estos ofrecimientos populistas. Espero que en esta recta final tanto del proceso electoral como del propio gobierno prime la responsabilidad. Espero que los dos candidatos que resulten ganadores de la primera vuelta tengan la capacidad de convocar equipos más allá de sus propios cuadros y discutan públicamente sobre los temas que realmente son más apremiantes con propuestas fiscalmente posibles. Que tengan real voluntad de resolver los grandes desafíos pendientes no con el fin de ganar votos, sino de ayudar a que nuestro país siga su camino hacia el desarrollo.