Foto: PxHere.
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Paul Antonio Rebolledo

A nivel global, las rentabilidades de los bonos han ido moderándose debido al inicio de políticas monetarias restrictivas. Así, las presiones inflacionarias impulsan el incremento de tasas de interés, lo cual abarata los bonos.

A nivel local, este efecto se ha agudizado por el creciente ruido político, lo que originó que los bonos soberanos peruanos en soles pierdan 12% en lo que va del año, rompiendo así la racha que había gozado en los últimos años (rentabilidad de cerca de 6% anual en los últimos 5 años). Esto ha tenido un impacto directo en las rentabilidades del fondo 1 de las AFP (renta entre -3% y -7% en lo que va del año) y de fondos mutuos de deuda (que rentan, en su categoría de mediano plazo en soles, entre -3% y -5%).

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Además, el ruido político local afecta sustancialmente la percepción del riesgo de crédito corporativo. Dicho riesgo es medido a través del rendimiento extra o ‘spread’ (adicional a la tasa gubernamental) que los inversionistas exigen a una empresa local. Así, se observan casos de empresas financieras que, entre febrero y marzo, emitían a 1 año entre 30 o 40 puntos básicos de ‘spread’, mientras que en noviembre lo hacen entre 130 y 150 puntos.

Con miras a 2022, los inversionistas en renta fija local tendrán un desafío importante para buscar oportunidades en un mercado de capitales cada vez menos activo en emisiones públicas y concentrado principalmente en financiamiento a corto plazo.

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En particular, se observará una mayor selectividad en el sector económico del emisor, con preferencia en aquellos menos vulnerables al riesgo político (servicios públicos, financieros, demanda interna, por ejemplo). Asimismo, ante un escenario de incremento de tasas, habrá un sesgo a plazos de inversión relativamente más cortos.

Por otro lado, siguiendo la tendencia internacional, se advierte una racha alcista en la compra y valorización de bonos no listados en una bolsa pública (bonos privados dirigidos a un número limitado de inversionistas), con requerimientos regulatorios más blandos (en términos de exigencia de información y clasificación de riesgo), pero a su vez, con capacidad de emitir más rápidamente en función de las necesidades específicas de los inversionistas. Los emisores de estos bonos ocupan un gran espectro de actividades económicas (desde infraestructura hasta comercio exterior).

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Localmente, los inversionistas institucionales usan exposiciones a deuda privada como mejoradores de rentabilidad, mientras que el inversionista ‘retail’ puede adquirirlas con ‘tickets’ mínimos de alrededor de US$10 mil a través de una sociedad de agentes de bolsa o un fondo de inversión. En el otro lado de la moneda, la poca visibilidad y liquidez de este mercado puede originar el riesgo de que sus precios no reflejen variaciones importantes en sus estructuras crediticias de manera oportuna.

En suma, el 2022 presenta desafíos tanto a nivel internacional como local. En este ámbito, los criterios de mayor selectividad de emisores, conservadurismo en plazos y diversificación en estructuras alternativas serán claves para enfrentarlos.

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