Impresora 3d (Foto: Getty Images)
Impresora 3d (Foto: Getty Images)
Redacción EC

(Por Américo Vallenas, director de Estrategia de Negocios de PwC) La capturó la atención de los medios y el público rápidamente. Las posibilidades parecían infinitas. Se hablaba de la masificación de estas impresoras y de personas fabricando cualquier objeto desde la comodidad de su hogar. Sin embargo, la verdadera promesa de esta tecnología no está en el uso individual sino en las oportunidades que ofrece a nivel industrial. 

Si bien hoy en día su uso se centra en la creación rápida de prototipos, herramientas y repuestos, la visión para su uso se hace cada vez más amplia. La fabricación aditiva, como también se conoce a este tipo de tecnología, tiene un asombroso potencial pues permite realizar productos a pedido, en el punto de uso y aprovechando de manera eficiente los materiales. Esto implica que no solo sea un sustituto de los métodos de producción tradicionales, sino también una forma de repensar la cadena de suministro y generar mayor valor; ya que, incluso, podría escalarse de manera rentable para satisfacer necesidades de mayor volumen.  


Actualmente, encontramos principalmente tres tecnologías de fabricación aditiva que son utilizadas en la industria de metales. La más popular, que es el lecho de polvo, consiste en un láser que funde de manera selectiva un diseño; luego está la deposición de metal por láser, que envía un polvo de metal a través del cabezal de impresión; y, por último, la inyección aglutinante o binder jet, que usa una resina aglutinante líquida que se funde con polvo de metal. No obstante, la participación de los metales es aún muy pequeña si la comparamos con el plástico, que es el elemento más usado en este tipo de tecnología.  

Sin embargo, el escenario cambiará rápidamente. El titanio, acero inoxidable y aluminio están entre los metales más utilizados en la fabricación aditiva; y, de acuerdo a un estudio de PwC, se espera que el mercado de la fabricación de metales crezca a un ritmo de 20% anual, prácticamente el doble del crecimiento anticipado para el de plástico y el de fabricación tradicional en general. Este cambio permite ver de una forma distinta la cadena de suministro de la fabricación aditiva de metales: desde proveedores de materiales que desarrollan aleaciones de polvo únicas; fabricantes de máquinas; proveedores de software; empresas de servicios que ayuden a la industria a obtener valor de esta tecnología; y operadores de máquinas de fabricación aditiva. 

Por ahora el uso es, principalmente, en la elaboración de componentes de herramientas o piezas terminadas; pero el crecimiento de este mercado ofrece una gran oportunidad para que otras industrias tengan procesos mucho más eficientes, con una reducción significativa de costos y tiempo. Los beneficios impactarían sectores tan diversos como el de salud, automovilístico o aeroespacial. De hecho, existe un gran potencial para optimizar los diseños, haciéndolos más funcionales, a través de un correcto aprovechamiento de las propiedades de los materiales.  

Globalmente, algunos fabricantes están experimentando con este tipo de tecnología, pero aún no tienen completamente claro cómo integrarla a los procesos que ya han establecido a lo largo de los años. Sin duda, la transición no será simple e involucra una decisión estratégica y la alineación de toda la compañía en inversión, capacidad de innovación y gestión de riesgos correspondiente a cualquier proceso de transformación. Sin embargo, los resultados podrían compensar cualquier dificultad, mientras se cuente con el liderazgo adecuado que sepa medir los riesgos y esté dispuesto a asumirlos. A un ritmo de crecimiento de 20% anual, arriesgarse podría ser la decisión correcta para algunas industrias.