(Foto: Difusión)
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Fernando García

Han pasado diez años desde que el Ministerio de la Producción promovió la creación de Start Up Perú, el primer programa que buscó financiar emprendimientos innovadores y dinámicos, y hoy, una década después, seguimos viendo un inmenso interés por parte de las empresas corporativas, gobiernos e inversionistas extranjeros en formar parte del proceso de aceleración y crecimiento de estos emprendimientos, ya sea por medio de rondas de inversión o alianzas comerciales.

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Pero ¿a qué se debe este continuo interés por las startups? Principalmente todo radica en la disrupción de sus servicios y/o productos y el dinamismo presente en sus procesos. Hoy en día, la mayoría de los emprendimientos que nacen se caracterizan por ser digitales o por integrar la digitalización dentro de sus actividades. Sin embargo, el principal diferencial frente a otras compañías más consolidas es su estrategia de modelo de negocio enfocado en el cliente, permitiéndoles adaptarse y responder rápidamente a los cambios en el mercado.

Este enfoque, más el uso de metodologías ágiles y equipos multifuncionales pequeños, hacen que los procesos burocráticos se reduzcan y que las startups estén en la capacidad de tomar ideas, evolucionarlas y probarlas constantemente para desarrollar un producto o servicio que funcione. De ahí, que las pruebas de concepto sean más rápidas, haya mayor iteración e involucramiento con las necesidades del cliente y mayor apertura para innovar. Una frase característica de la filosofía de las startup, que resume muy bien esta dinámica expuesta, es la de “falla rápido, falla barato y aprende en el camino.”

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Como resultado de ello, mayores compañías confían en los servicios y/o productos que tienen por ofrecer las startups. Algunos de los motivos que explican esta confianza depositada es la eficiencia en costos que representan sus soluciones innovadoras frente a otras soluciones más robustas, la facilidad en la personalización, la agilidad en sus procesos y la capacidad de generar retornos a los inversionistas con una mayor velocidad. De esta manera, las grandes empresas, consideran a las startups como un facilitador y partner estratégico que les brinda un medio para conectar y mejorar la experiencia de sus clientes al ofrecerles servicios de valor agregado. Siendo esta sinergia muy beneficiosa para los mismos emprendedores que pueden validar sus proyectos, captar fondos y aumentar clientes.

Si bien aún la inversión en ciencia, tecnología e innovación (CTI) en Perú es menor a lo registrado en otras regiones de Latinoamérica (0.15 y 0.2% del PBI), el panorama es optimista debido a que vemos que más empresas del sector privado, universidades y gobiernos están sumándose a la ola de apoyar el crecimiento de los emprendimientos digitales innovadores, como nuestro programa de impulso empresarial “Entel Escala”, por lo que se confía en el impacto transformador que las startups puedan tener en la comunidad y la economía del país.