"Mientras que la bolsa americana pierde 26% en el año (cayendo más de 40% en solo 18 días), la bolsa local cae 25% (23% en un mes)".
"Mientras que la bolsa americana pierde 26% en el año (cayendo más de 40% en solo 18 días), la bolsa local cae 25% (23% en un mes)".
Paul Rebolledo

(CEO de Tandem Finance)

El COVID-19 ha cambiado nuestros hábitos súbitamente y el miedo al contagio nos ha obligado a tomar medidas de precaución. De similar manera, los efectos nocivos del nuevo en la economía mundial cambiaron abruptamente la preferencia por activos de riesgo.

Así, mientras que la bolsa americana pierde 26% en el año (cayendo más de 40% en solo 18 días), la bolsa local cae 25% (23% en un mes). El indicador de nerviosismo financiero VIX se ubicó en los niveles más altos en su historia y el modo “cash is king” se activó enseguida premiando al efectivo, a los bonos gubernamentales de EE.UU. y al dólar americano.

¿Qué sesgos conductuales pueden haberse observado en los inversionistas recientemente? Al respecto, la economía del comportamiento integra la psicología con la teoría económica tradicional para identificar sesgos como producto de emociones y miedos y establecer reglas prácticas para mejorar nuestras decisiones de .

Un primer sesgo basa nuestras en escenarios pasados similares (SARS de 2002, por ejemplo). Una visión corta podría haber sugerido tomar ventaja inmediata, comprando a “precios bajos”. Ello, aunado al miedo por aceptar pérdidas, lleva a algunos inversionistas a incrementar sus apuestas y, por ende, a tomar un mayor riesgo. Sin embargo, esta acción deja de considerar la nueva información del COVID-19 en términos de contagio rápido y sus efectos disruptivos. Así, preguntarse “qué es distinto ahora” ayuda a evitar extrapolar directamente lo aprendido en escenarios previos.

Un segundo sesgo se centra en el escenario de “ancla y ajuste”, en el que los inversionistas son incapaces de ajustar inmediatamente sus expectativas debido a la nueva información. Así, nos “anclamos” en expectativas anteriores (“seguirá el ciclo alcista del mercado dadas las bajas tasas de interés en el mundo”) y el ajuste del mercado ante la nueva información no es inmediato, produciéndose caídas posteriores más severas. En este contexto, dimensionar adecuadamente los escenarios de riesgos puede contribuir a limitar las potenciales pérdidas.

Un tercer sesgo toma el miedo a la ambigüedad como aspecto relevante para la inversión. El miedo obliga a “seguir al mercado”. En los últimos días, la abrupta caída de precios hace cuestionar la validez de nuestras inversiones e impulsa decisiones inmediatas de venta. Aunque aislar este sesgo de nuestro comportamiento resulta difícil, nuestras acciones deben encuadrarse en los fundamentos de la inversión, el apetito por riesgo de la misma y el horizonte temporal inicialmente establecido.

En suma, ¿cómo lidiar con los efectos de las emociones en nuestras decisiones de inversión? Un primer paso es evitar el pánico que nubla la racionalidad de las mismas. Un segundo aspecto consiste en diversificar nuestras inversiones con activos pocos correlacionados con el ciclo económico (desde depósitos a plazo hasta FIBRAS). Un tercer elemento enfatiza la asesoría de profesionales cercanos especializados en el tema. Una última arista radica en considerar que esta caída brinda futuras oportunidades de inversión, pero el timing de la misma es fundamental, el cual dependerá de los éxitos de las políticas para detener el avance del virus.