¿Cómo evitar una mala experiencia en las compras por Internet?
¿Cómo evitar una mala experiencia en las compras por Internet?
Redacción EC

Por José Carlos Antón, consultor de reputación

Un nuevo caso del binomio anti más potente de los últimos años-investigación periodística más filtración masiva de documentos privados o secretos- ha remecido al mundo y también al Perú en los últimos días. Se trata de los ya famosos .

Políticos, cocineros famosos, literatos, empresarios o ejecutivos de reconocida trayectoria en Perú, han visto cómo su buen nombre ha sido sometido a un escrutinio feroz por parte de periodistas, candidatos presidenciales en pleno proceso electoral, y ciudadanos comunes en las redes sociales tras la publicación de dichos documentos. La mecha que detonó esta nueva “bomba atómica” fue un reportaje publicado por tres medios de comunicación online adscritos a una asociación de periodistas independientes. En cuestión de minutos llegó a los medios tradicionales y a todos los ciudadanos.

En estos momentos aún no se cuentan con datos específicos ni existe una investigación profunda, contrastada, que muestre delitos o intenciones de cometerlos, pero ya se tacha de presuntos delincuentes a personalidades que hasta hace pocos días eran ejemplo y motivo de orgullo patrio como Gaston Acurio, que salió inmediatamente a explicar lo ocurrido y los porqués de su vínculo con esta supuesta trama, o el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, por citar sólo algunos ejemplos.

Una trayectoria impecable, haciendo bien las cosas en el ámbito de los negocios, la cocina, la literatura o el deporte, se ven tremendamente cuestionados o tirados por la borda en cuestión de minutos. Warren Buffett, uno de los principales inversionistas del mundo, lo anticipó hace varias décadas: “Se necesitan 20 años para construir una buena reputación y sólo 5 minutos para destruirla”.

Las víctimas de este destape periodístico no están preparadas para separar el trigo de la paja en un mundo superconectado, hipertransparente y donde los ciudadanos están absolutamente empoderados para opinar, cuestionar y criticar actitudes, comportamientos y expresiones de cualquiera, sobre todo si eres conocido por tu éxito en la actividad que desempeñas.

Y si esto le ocurre a personalidades como Messi o Mario Vargas Llosa, vistos como poderosos, ¿también les puede afectar a las empresas, grandes y medianas?¿Están las organizaciones preparadas para responder a una crisis tan repentina como ésta? 

Desde mi punto de vista la mayoría no lo está.  Para ellas, su reputación aún no es tan importante. Y si lo es, no lo demuestran con los hechos porque no escuchan lo que de ellas se dice, no anticipan y no se preparan lo suficiente. Una mala gestión de reputación afecta directamente a su cuenta de resultados. BP perdió más de 90.000 millones de dólares de valor bursátil poco después del derrame de petróleo en el Golfo de México.

En un mundo cada día más interconectado, donde las empresas son un actor más dentro de una enorme conversación, que ha pasado de poner énfasis en la estética a endiosar a la ética, es una obligación anticipar las crisis y prepararnos para gestionarlas usando las nuevas herramientas, lenguajes y narrativas.

Las organizaciones deben desterrar ya viejas prácticas como ocultar sus vicios o esconder los muertos en el armario (éstos acaban por salir siempre). Ahora cualquier ciudadano puede convertirse en un reportero accidental usando su teléfono celular y publicando cualquier cosa a través de los medios y redes sociales, hasta lo más íntimo, de forma inmediata y con alcance global.

Nunca antes en la historia de la humanidad lo público había alcanzado semejante importancia. Tal hipertransparencia obliga a las organizaciones a actuar y comunicarse de forma responsable y en tiempo real, quieran o no, sobre todo en momento difíciles.  Y para ello deben prepararse y responder con participando en la conversación abierta. Su negocio y muchas veces su futuro depende de ello.