EL lunes empezó a implementarse en Lima el plan ‘pico y placa’, que restringe la circulación de autos en vías altamente congestionadas. (Foto: Hugo Pérez Torrejón/GEC)
EL lunes empezó a implementarse en Lima el plan ‘pico y placa’, que restringe la circulación de autos en vías altamente congestionadas. (Foto: Hugo Pérez Torrejón/GEC)
Magali Silva

La aprobó con 18 votos a favor, 15 en contra y una abstención, el mecanismo denominado ‘’, que restringe el uso de automóviles en las horas punta sobre la base del número de las placas.

Dicha votación refleja la falta de consenso en torno a una medida que quiere dar solución a un problema tan complejo como el .



Durante la semana dos municipios anunciaron que iban a solicitar la suspensión de la medida, tras los porque no contaron con el tiempo suficiente para estudiarla y porque estaban trabajando en una ordenanza para promover el uso de autos compartidos a cambio de ciertos incentivos como se hace en otros países.

A pesar de las buenas intenciones del Concejo de Lima, nos queda la sensación de que se debió haber coordinado más estrechamente con las demás instituciones que también tienen competencia y conocimiento para aportar soluciones para el transporte como el MTC, la recientemente creada Autoridad de Transporte Urbano, la Asociación Automotriz del Perú, y organizaciones de la sociedad civil como la Asociación Cruzada Vial.

Muchos limeños hubiéramos preferido escuchar que el apresuramiento en la aplicación de la medida era por la presencia de los Panamericanos y que se trataba de un Plan Piloto. Así, hubiera habido el tiempo necesario para reconsiderarla.

Es evidente que a escasos días de haberse implementado y en una semana en la que no hay clases para escolares, maestros y universitarios, con salidas de limeños por las vacaciones, cualquier evaluación de la medida será engañosa.

Lo que sí debe hacerse es tomar conocimiento de estudios internacionales, como los mencionados por este Diario, y que concluyen que las medidas restrictivas terminan siendo contraproducentes en el largo plazo. Porque aumentan el parque automotor, elevan la congestión en calles aledañas y empeoran la calidad del aire al importarse autos usados para evitar la restricción.

Todos queremos lo mejor para el tránsito de nuestra ciudad. Pero Lima necesita más que ‘pico y placa’.

Primero, por la insuficiente oferta de transporte público, sin que conozcamos un plan integral de corto y mediano plazo que nos diga qué nuevas vías y qué nuevos medios de transporte masivo vamos a tener.

Segundo, por el mal estado de conservación de las calles aledañas que elevan la inseguridad de las personas.

Tercero, porque no gestionamos eficientemente el tránsito, colocando policías que rompen determinadas secuencias de los semáforos.

Cuarto, porque no combatimos la informalidad de combis, colectivos y taxis que se apropian de las vías ante la impasividad de policías y serenos.

Quinto, porque tenemos un sistema de multas obsoleto que no incentiva a mejorar el conocimiento de las reglas de tránsito.

Sexto, porque desaprovechamos el sistema de revisiones técnicas para dar de baja a vehículos viejos.

Séptimo, porque nos olvidamos de aplicar horarios especiales para el tránsito pesado y octavo, porque no promovemos la cultura vial a través de, por ejemplo, programas en TV Perú.