ASUP: "Sunedu busca que universidades se subordinen ante ella"
ASUP: "Sunedu busca que universidades se subordinen ante ella"
Redacción EC

ENZO DEFILIPPI
Socio de Intelfin y profesor de U. del Pacífico

El sábado pasado falleció Gary Becker, el economista más influyente de los últimos 50 años. Su principal idea, y la cual le valió el Premio Nobel en 1992, fue que la conducta humana también responde a incentivos fuera del mercado. Hoy no es posible entender por qué la gente invierte en educación, pospone tener hijos o comete crímenes sin tomar en cuenta el rol que juegan los incentivos en estos comportamientos. Ello gracias a Becker.

En estos días se encuentra en la agenda del Congreso la nueva ley universitaria y, curiosamente, aquello que parece estar ausente es el entendimiento de los incentivos que enfrentan las universidades. Ello es imperdonable cuando el objetivo de la reforma es mejorar la calidad de la educación.

Pocos parecen entender que la competencia genera incentivos para que se presten los servicios que demandan los clientes. En este mercado, los clientes son los estudiantes, y como lo sabemos los profesores, la mayoría de ellos demanda la mayor calificación con el mínimo esfuerzo. ¿Sorprende, entonces, que la competencia genere universidades con niveles de exigencia cada vez menores? A mí, no. Los ofertantes están respondiendo eficientemente a los incentivos que les generan sus clientes.

El problema es de quienes, por interés, desconocimiento o ideología, esperan que la competencia produzca una calidad que los demandantes no tienen incentivos para exigir. El supuesto implícito de este razonamiento es que los estudiantes siempre exigirán calidad porque de ella depende su futura empleabilidad. La realidad demuestra, fehacientemente, que este supuesto es erróneo.

Lamentablemente, el debate público se ha centrado en aspectos menores de la propuesta de ley, como la libertad de las universidades privadas para organizarse como deseen. Creo que es un tema menor, pues tiene poco que ver con la calidad de la educación.

Donde sí creo que el Estado debería tener un mayor grado de intervención es en las universidades públicas. El reto de proveer incentivos para mejorar la educación universitaria no es conceptualmente diferente al que enfrenta la educación básica, y difícilmente se podrá implementar una reforma donde el Estado no pueda influir.

Salvo contadas excepciones, la autonomía y la autorregulación han demostrado ser completamente ineficientes para garantizar una buena educación.

¿Cómo mejorar la calidad de la educación universitaria? Creo que no existe alternativa a contar con buenas universidades públicas, pues seguirán formando a la mayoría de estudiantes. Ello se logra con acreditación, carrera docente e investigación científica, como en cualquier parte del mundo. A las universidades privadas se les debería exigir los mismos estándares que a las públicas.

El resultado de la reforma debería ser la eliminación de todas las universidades fallidas y establecer un cronograma realista de adaptación a un modelo así. Será un proceso largo, tedioso y lleno de baches, pero estrictamente necesario. No podremos aspirar a un crecimiento sostenible con un sistema universitario como el que tenemos.

En la visión de Becker, la gente no estudia por amor al arte, sino para obtener mayores ingresos en el futuro. Para que ello sea realidad, el nivel de exigencia no puede ser el que demandan los estudiantes. Decir “no” es muchas veces la mejor educación.