(Foto: Uber)
(Foto: Uber)
Gonzalo Carranza

La semana pasada, lanzó una convocatoria mundial para elegir la primera ciudad fuera de Estados Unidos donde realizará evaluaciones y desplegará pilotos de su proyecto de transporte aéreo urbano Uber Elevate.

Actualmente, cuenta con alianzas similares con Dallas y Los Ángeles, y en esta última ciudad reunió por dos días a los principales actores del ecosistema de este nuevo desarrollo (‘disclosure’: participé en este evento gracias a una invitación de la empresa).

El proyecto suena a ciencia ficción y, de hecho, algunos de los ejecutivos que trabajan en él están inspirados por sus recuerdos de los Supersónicos. Pero Uber apuesta a que la tecnología necesaria ya existe o se desarrollará en los próximos dos años, y postula que en el 2023 se podrá pedir un transporte aéreo urbano apretando un botón en su ‘app’.

El desafío, en realidad, es encontrar un modelo de negocio viable, que pueda escalar sobre la base del ‘ridesharing’ (núcleo del negocio de Uber), el ‘pooling’ y un análisis sofisticado de data.

Todo ello deberá estar acompañado de un entorno regulatorio amigable (algo que ha sido esquivo a los negocios de Uber en muchos mercados) y de una apuesta decidida de las ciudades por el transporte multimodal. En sus iniciativas en tierra, Uber ya ha dado un paso en ese sentido con la reciente compra de la startup Jump, dedicada a desarrollar sistemas para compartir bicicletas.

Cuando Justin Erlich, jefe de ‘policy’ de Uber Elevate, describía en el evento las condiciones que debían cumplir las ciudades fuera de Estados Unidos para ser consideradas por la empresa, mi reacción era de sentimientos encontrados.

Si hubiera que hacer un checklist, Lima cumpliría con la gran mayoría de condiciones. ¿Ser una megaurbe, con más de dos millones de habitantes? Check. ¿Ser una ciudad policéntrica, con varios nodos importantes? Check. ¿Tener un aeropuerto de alto tráfico, a una distancia considerable de varias zonas importantes de la ciudad, y con grandes congestiones para llegar? Check. ¿Tener un abastecimiento fiable de electricidad, cuya producción sea baja en carbono? Check.

En realidad, el único gran check que nos falta es el de la voluntad política para apostar por la modernidad en la movilidad urbana. Y cuando en una conferencia como la de Uber Elevate se habla de modernidad, no es en referencia exclusiva a sus autos voladores. En realidad, hablan de una ciudad que priorice el transporte público de calidad, la bicicleta y la caminata por encima de las ampliaciones de carriles, las vías expresas y los bypass.Tal vez las elecciones municipales nos den una nueva visión de la ciudad, más parecida a la de una urbe de avanzada que pueda ser socia de este tipo de proyectos.

Pero, el deadline de Uber para postular es el 1 de julio, una fecha en la que seguiremos mudos mientras el futuro pasa (volando) frente a nosotros. 

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