Los docentes que se mantienen en huelga recorrieron las principales vías de la capital interrumpiendo el tránsito de las personas. (Foto: Alonso Chero / El Comercio)
Los docentes que se mantienen en huelga recorrieron las principales vías de la capital interrumpiendo el tránsito de las personas. (Foto: Alonso Chero / El Comercio)

Aunque la amenaza de la todavía permanece suspendida sobre las cabezas de los niños que no saben si terminarán o no el año escolar, es bueno hacer un balance para saber qué hacer la próxima vez.

Primer tema: duración de la huelga. ¿A alguien le parece razonable que una huelga de un servicio esencial como la educación pública puede durar lo que a los dirigentes sindicales les parezca? A mi juicio, no tiene ningún sentido que esta situación se pueda prolongar más allá de una semana sin tomar acción inmediata, como el uso de profesores de reemplazo.

La prioridad es que el servicio de educación pública se preste a los niños. La discusión con el sindicato puede durar más que una semana, pero la paciencia o la inacción no pueden ser infinitas.

Segundo tema: evaluación de trabajadores. ¿Acaso alguno de ustedes, que actualmente trabaja o tuvo un trabajo, tuvo corona y no fue evaluado constantemente por quien lo contrató? Todos los que trabajamos somos evaluados, y lo normal, lo sano, es que si no hacemos bien aquello para lo que se nos contrató, nos pidan dar un paso al costado.

Uno decide cuánto esfuerzo poner detrás de una oportunidad laboral, uno decide qué estudiar. Los profesores, más que nadie, deberían entender el valor de la evaluación constante. Pésima lección que les dan a sus estudiantes pidiendo que, si no pueden con la evaluación, no haya consecuencias.

Tercer tema: presupuesto por resultados. De cada 100 soles del presupuesto público, 18 se van a Educación. Ese número marca la prioridad dentro de las múltiples tareas que tiene el Gobierno. Algunos han salido a decir que cómo podemos asignar tan pocos recursos en medio de una huelga tan masiva. La verdad es que, si vamos a repartir el presupuesto para afrontar amenazas de cada sector que puede poner en jaque a un Gobierno, no vamos a ninguna parte.

Es inaceptable que sectores esenciales como Salud o Educación amenacen con huelgas interminables si es que no se les aumenta el presupuesto. Pongamos un poco de perspectiva. Los recursos a estos sectores se han multiplicado por dos en términos reales en la última década. ¿Alguien siente la diferencia? La hay, pero no es proporcional respecto al volumen de recursos añadidos. Poner más recursos en una tubería que está llena de huecos, por donde los recursos públicos se van a bolsillos privados sin mejorar el resultado final, no tiene sentido.

Finalmente, una reflexión sobre prioridades. La educación pública ha ido perdiendo terreno en cuanto a matrícula escolar. Hace 15 años, solo dos de cada diez estudiantes iban a instituciones privadas; hoy tres de cada diez asisten a centros privados de educación. Esto es producto del crecimiento de los ingresos de los hogares y el engrosamiento de la clase media en el Perú.

Además, como parte del cambio demográfico, en el Perú año a año hay menos estudiantes. Es decir, cada año que añadimos recursos al sector estamos poniendo más recursos por estudiante. Esta es la mejor manera de medir cuánto priorizamos la educación.

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