"La promesa de la Alianza del Pacífico", por Eduardo Morón
"La promesa de la Alianza del Pacífico", por Eduardo Morón
Redacción EC

Esta iniciativa es de lejos el esfuerzo de integración más interesante en muchas décadas en la región. Pero entendamos que la apuesta recién empieza. La promesa de la es construir un mercado atractivo de más de 200 millones de habitantes cuyo ingreso per cápita hoy bordea los US$15.000, pero que dado su dinamismo alcanzará niveles de país desarrollado en un futuro próximo.

El verdadero desafío de los países que integran la Alianza es funcionar como si fueran uno solo. Para ello falta muchísimo. Las decisiones tomadas respecto a las visas son un tímido primer paso. Pensemos en qué cosas funcionarían distinto si fuésemos un solo país plenamente integrado. Para empezar, las podrían vender sus productos en todos los países sin mayores restricciones que las logísticas. Esa competencia causaría sin duda una mayor concentración en muchos sectores y tendríamos a la larga menos bancos, menos ‘retailers’, etc. Pero todas esas empresas estarían en capacidad de competir en otros mercados como el norteamericano o el europeo. Serían empresas complejas de supervisar, pero generadoras de eficiencias dada su mayor escala de operaciones. Esto se ve muy claramente hoy en el mercado de las líneas aéreas de la región. Las empresas regionales requerirían de talento de toda la región, lo cual exigirá no solo la ausencia de visas, sino que piensen en lo que implica que una familia se mude de una ciudad a otra. Lo usual es que las firmas se encargan de las mudanzas para simplificar el proceso. Pero el cambio de ciudad implica otras mudanzas más complicadas. Una de las difíciles es la referida a la educación de la familia. El ingreso a colegios, que hoy es una tortura china, tendría que ser mucho más fácil. Los calendarios de los colegios de los cuatro países ni siquiera coinciden. ¿Qué hago si mi hijo está a mitad de la carrera universitaria? ¿Podrá terminar su carrera en alguna universidad sin tener que empezar de nuevo? Cuando regresemos, ¿servirá su título en nuestro país?.

Pero la fuerza laboral no es el único insumo de una empresa. ¿Qué hacemos si la regulación en el es muy favorable para las microfinanzas, pero es una pesadilla como en México? ¿Las vamos a ajustar? No tendría sentido no corregir esas diferencias que bloquean el desarrollo de sectores. Lo mismo podría decirse con los diferentes tratamientos tributarios. Piensen en cómo funciona hoy Estados Unidos de América. La empresa a la que le va bien en Seattle apunta a conquistar todo el territorio, y si le va bien apunta a hacerlo globalmente. No hagamos lo que ha hecho Europa, que a pesar de tener un solo mercado, una sola moneda y hasta un Parlamento común, tiene reglas nacionales diferentes que obligan a las empresas a pensar que en realidad tienen 20 filiales con reglas diferentes y no una sola empresa integrada.

La promesa de la integración es tan grande como el reto por delante. Lo bueno es que la agenda está en manos de un consejo empresarial. Sin embargo, no perdamos de vista que necesitamos a los políticos para que estos cambios ocurran, y estos pueden estar interesados en otras cosas como tener nuevos socios. Empecemos con pocos tratando de hacer mucho y no con muchos pudiendo hacer poco. Tener embajadas comunes está chévere, pero los verdaderos desafíos están en otro lado.