En vez de mejorar, la recaudación tributaria sigue cayendo.
En vez de mejorar, la recaudación tributaria sigue cayendo.
Gonzalo Carranza

El presidente Pedro Pablo Kuczynski dio una declaración el viernes que, si bien pudo pasar desapercibida en una semana pródiga en noticias, refleja un cambio de prioridades en el manejo económico del Ejecutivo. El mandatario puso énfasis en la necesidad apremiante de aumentar la recaudación tributaria, llevando los ingresos del fisco al orden del 22% o 23% del PBI. Hoy están en 18%.

Para ello, Kuczynski planteó fortalecer el cobro del IGV, que en el primer semestre cayó 0,9% en términos reales. La eficacia de la recaudación de este impuesto está hoy en 39%, cuando hace algunos años superaba el 50%, detalló. Y remató: “Esa es una de las razones principales por las que no hay plata”.

No quedan aún claros los detalles de cómo se atacará el problema, pero una de las opciones deslizadas por Kuczynski en su declaración es revertir los cambios que se hicieron al sistema de percepciones y detracciones del IGV durante la gestión de Luis Miguel Castilla al frente del MEF. Suena paradójico que un gobierno proempresarial revierta una racionalización de estos regímenes, pedida largamente por los gremios y a la que accedió nada menos que el régimen nacionalista.

Sin embargo, ello refleja que el problema fiscal ha ascendido en la escala de urgencias del Ejecutivo. No es para menos: la semana pasada, el BCR informó que el déficit anualizado a junio alcanzaba el 2,9% del PBI, rozando la meta de 3% pedida por el Gobierno para este año. El hueco no se genera por un exceso de egresos (el gasto corriente estuvo estancado en el primer semestre y el gasto de capital cayó), sino por la debilidad de los ingresos.

Hacia finales de año, la recaudación extraordinaria por la repatriación de capitales puede mejorar el escenario, pero también vendrán presiones de gasto por la reconstrucción con cambios, el impulso a la inversión pública y el efecto de algunas medidas del Congreso que –incumpliendo el ordenamiento legal– generan gastos al Estado. Esto sin contar la posibilidad de que el Ejecutivo se vea forzado a subir sueldos de docentes y médicos por sus respectivas huelgas.

Si el desbalance fiscal permanece como amenaza para los próximos años, el MEF deberá comenzar a barajar otras herramientas: subir –en lugar de bajar– el IGV o reducir la deducción del impuesto a la Renta de personas naturales, además de dos eternos pendientes: mejorar el impuesto predial y racionalizar las exoneraciones. Finalmente, las reformas de Thorne, como el régimen mype tributario, tendrán que comenzar a mostrar resultados positivos o podrían ser dejadas de lado.

La revolución social que prometió Kuczynski hace casi un año necesita un Estado que recaude más, no menos. El Ejecutivo ya parece haber tomado nota de ello.