"El reto empresarial del 2016", por Juan José Marthans
"El reto empresarial del 2016", por Juan José Marthans
Redacción EC

Recientemente, los temas de coyuntura vienen distrayendo gran parte de nuestra atención. La actual desaceleración de la actividad económica es un tema relevante, pero nunca tan importante como la tendencia de nuestros principales agregados económicos para el mediano plazo.

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Hacia el 2016 –independientemente de la tasa de crecimiento que logremos el 2014–, de no mediar una nueva manifestación negativa del entorno global y de no experimentarse algún desastre natural, deberíamos crecer entre un 5% y 6% promedio anual. Esto es lo relevante, por lo que las decisiones empresariales deben ajustarse a la tendencia de mediano plazo y no a vaivenes magnificados por segmentos del frente político o mediático.

Ahora bien, a pesar de que el mediano plazo es auspicioso para el Perú, el largo plazo continúa siendo una tarea pendiente y todo un reto. Las limitaciones estructurales de nuestra economía son diversas y complejas, pero debemos convenir que la solución a la gran mayoría de ellas converge en la necesidad de recomponer nuestro aparato estatal. 

No podemos explicar los deficientes niveles de productividad, la carencia de una adecuada , la debilidad de nuestras instituciones, la insuficiencia de nuestros estándares de educación, salud, justicia, nutrición, seguridad, sin dejar de considerar como parte sustancial de su origen las carencias de nuestro

¿Alguna vez nos hemos preguntado cuánto podríamos crecer si superamos las deficiencias de nuestro sector público? Es claro que la solución a nuestros problemas no solo compromete una reingeniería del Estado, pero pretender solucionar el resto de limitaciones sin, previamente, mejorar la performance de nuestro sector público sería imposible. Dicho esto, la reforma integral del Estado debe ser declarada como una prioridad nacional.

La verdad, una reforma integral del Estado solo la puede liderar un nuevo gobierno que no presente mayor desgaste político y que sea capaz de generar consensos en todos los frentes de la sociedad. Demanda, asimismo, el establecimiento de políticas que trasciendan al accionar de una sola administración, demanda la progresividad en la ejecución de sus reformas bajo el amparo de un gran pacto nacional, demanda el establecimiento de reglas claras y que exista la obligatoriedad del rendimiento de cuentas, entre otros requisitos.

A través de nuestra historia, lo que se ha hecho o propuesto a efectos de reformar nuestro Estado, tanto a nivel político como gubernamental, es casi una caricatura de lo que realmente se requiere hacer.

¿Debe participar el sector privado en la recomposición de nuestro Estado? Sin duda, si esperamos que el cambio venga de nuestros políticos convencionales o del mismo Estado, este no va a ocurrir nunca. ¿Cómo puede participar el sector privado? Generando, por ejemplo, una gran propuesta para la reconstrucción de nuestro Estado. Esta –insisto– deberá ser cotejada y consensuada con todas las fuerzas vivas de nuestra sociedad.

¿Cuándo debe presentarse esta propuesta? En el marco de proceso electoral que se avecina en el 2016. Con ello realmente empezaremos a consolidar lo logrado en materia económica; sin ello, podríamos perderlo cuando menos lo esperemos.