(Foto: Reuters)
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Gonzalo Carranza

El Perú está eliminado de con dos derrotas ajustadas, por 1-0: frente a Francia, un candidato firme al título mundial, y a Dinamarca, un conjunto de la segunda línea europea plagado de jugadores con jerarquía de Champions League y una estrella descollante como Eriksen. Aun cuando faltó el gol, el juego desplegado por nuestra selección, con dominio, toque, atrevimiento y rebeldía ante la adversidad, deja hasta ahora una de las impresiones más gratas de la primera ronda del torneo. Una victoria contra Australia este martes serviría mucho para irnos del Mundial con una sonrisa. La frente en alto ya la tenemos. 

¿Qué viene después? El objetivo de renovar a es válido y urgente. Si está en nuestras manos lograr que se quede, no podemos repetir el error que se cometió en 1999, cuando se interrumpió el proceso de Juan Carlos Oblitas como entrenador. Sin embargo, en caso Gareca decida emprender nuevos rumbos, es un alivio saber que Oblitas mismo, como director deportivo de la , será el encargado de designar al responsable de escribir el siguiente capítulo de un proceso que revalorizó al jugador peruano y nos dotó de una versión moderna del tradicional estilo de la blanquirroja.  

En tanto, la meta de es realista, pues contaremos con la base del equipo que regresará de Rusia. Se tendrá que consolidar la renovación generacional y de actitud que inició Gareca, simbolizada en esos cambios ante Venezuela en Lima (Ruidíaz y Flores por Pizarro y un Farfán por entonces desdibujado) y en ese abrazo de Flores y Carrillo con el 20-18 en sus espaldas en la hazaña del estadio Atahualpa de Quito. 

Sin embargo, el afán por Qatar no debe llevar a obviar que el verdadero reto del fútbol peruano no pasa por hilar un segundo Mundial consecutivo, sino sobre todo por consolidar la transformación institucional iniciada hace tres años y medio con el cambio de liderazgo al frente de la FPF. 

Las tareas en este frente no se lucen en las portadas ni se celebran en las calles, pero son imprescindibles: consolidar el plan de menores que hoy lidera ; desarrollar infraestructura deportiva; y, sobre todo, potenciar las ligas de fútbol nacionales, en particular la de primera división, para que nuestros clubes pasen de ser entidades intervenidas por la Sunat a canteras de talento competitivas internacionalmente. 

Un apunte al respecto desde Día1: ojalá que algunas de las tantas marcas que se subieron a la ola del fútbol se comprometan desde ahora en apoyar estos objetivos. En el mundo empresarial se habla mucho de pensar en el largo plazo, de apostar por la sostenibilidad y de construir instituciones. En el fútbol, calmadas las emociones y secas ya las lágrimas que deja Rusia 2018, queda frente a nosotros una enorme oportunidad de seguir progresando.