(Foto: Archivo)
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Hace poco fui a sacar el ; el anterior había vencido. Luego de visitar el Banco de la Nación, tuve que acudir dos veces las oficinas de la entidad encargada. En la primera me tomaron una foto (misma cara, solo más viejo) y tuve que ratificar la información que la institución ya tenía. La segunda vez fue solo para recoger el documento (¿por qué no lo envían al domicilio como las tarjetas de crédito?), ya que mi cuñada no pudo hacerlo, pese al poder que le otorgué.

Sufrí lo que todos han sufrido al hacer este trámite: las colas. Si bien existían sillas, solo estaban disponibles dentro del local y la cola empezaba fuera. El número limitado de sillas me hizo recordar el juego: si te descuidas, pierdes tu banco. Entre idas y venidas este trámite consumió al menos 6,5 horas, casi una jornada laboral.





Los sufridos peruanos debemos hacer varios trámites al año ante entidades públicas. A nivel de son cinco al año. No hay forma de eludirlos. Son obligatorios o necesarios. Hay que pasar por ventanilla para sacar licencia de conducir o pasaporte, sacar citas de atención en hospitales públicos, registrar títulos y una larga lista de etc.

Después de Bolivia, el Perú es el país en América Latina donde se requiere de más horas para completar un trámite. Mientras en Chile y Costa Rica se requiere de 2,2 y 3,1 horas para completar un trámite, en el Perú se requiere de 8,6 horas, solo superado por las 11,3 horas de Bolivia. En materia de salud o educación, los trámites en el Perú pueden tomar 11,8 horas, mientras que en Ecuador solo 2,7 horas. ¡Estamos bien mal!

Una de las causas del problema es que se requiere más de una interacción para completar el trámite. El Perú registra el menor porcentaje de trámites resueltos en una sola interacción con la autoridad, comparado con lo que sucede en el resto de Latinoamérica. Solo el 29% de los trámites son resueltos en una sola visita; el 70% de los trámites requiere de dos o más visitas a la entidad.

Hay una pérdida brutal de y felicidad de los peruanos a causa de los trámites. Los trabajadores se ausentan o llegan tarde al trabajo por realizar trámites. Los independientes desatienden sus negocios por la misma causa. Literalmente, consumimos parte de nuestras vidas en la realización de trámites.

No se requiere de una gran reforma política para lograr que la gente crea en el Estado y sus instituciones. Basta con desaparecer trámites o, al menos, con hacer que la experiencia del trámite sea menos dolorosa. Hay que avanzar en la digitalización de los trámites. Recientemente el Ejecutivo (PCM) ha aprobado un plan para atacar transversalmente este problema. Ojalá no se quede en el papel. Los sufridos peruanos lo agradecerán.