El selecto club de peruanas en Wall Street al que va Intercorp
El selecto club de peruanas en Wall Street al que va Intercorp
Redacción EC

POR GONZALO ÁLVAREZ DEL VILLAR, CEO DE TERA ADVISORS - CFA

Si al cierre de diciembre estábamos preocupados sobre el abismo que existe entre lo que el mercado cree que el gobierno de Trump puede lograr y lo que efectivamente logrará una vez que empiece a enfrentarse al aparato político de Washington, la preocupación ha aumentado.

Hoy, 214 tuits más tarde (sí, los conté uno por uno), me sorprende que el S&P500 haya subido 1,79% en enero, empujando al alza índices bursátiles de todo el mundo. ¿Puede ser tan ciego el mercado? ¿Por qué no ve los riesgos que plantea la presidencia de Trump?

Mi interpretación es que el mercado sí es consciente de lo que está pasando, pero prefiere enfocarse en la mejoría del crecimiento económico en el mundo desarrollado. Esta mejoría ya está reflejándose en los resultados corporativos del cuarto trimestre y en los estimados para el 2017 que las compañías han publicado. 

Lamentablemente, en el contexto actual es necesario ver qué hay debajo del capot.
Una primera observación es que Donald Trump tiene una agenda bastante recargada para sus primeros meses en el poder y, por lo tanto, deberá administrar inteligentemente su limitado capital político. 

Entre las confirmaciones de sus candidatos para el gabinete ministerial y Corte Suprema, la reforma migratoria, la reforma tributaria, el plan de infraestructura, el proceso de desregulación y la eliminación/reemplazo del Obamacare, Trump tendrá que priorizar, ceder e incluso abandonar ciertas iniciativas. El problema es que, a juzgar por sus primeros días en el poder, no parece estar muy dispuesto a ceder y mucho menos a abandonar nada. 

Sigamos mirando debajo del capot. El mercado está esperanzado en la reforma tributaria como mecanismo para llevar los índices a nuevos máximos. En realidad, no es viable bajar la tasa del Impuesto a la Renta para el sector corporativo sin, al mismo tiempo, generar nuevos ingresos. El problema es que el plan de la Cámara Baja del Congreso para generarlos incluye reformas al código tributario que son altamente controversiales (como el ‘border tax’ o impuesto a las importaciones). 

Por su complejidad, la aprobación de la reforma tributaria constituye un difícil reto para la nueva administración.  Es peligroso que el mercado la dé por descontada y lo refleje en sus precios.

En cuanto al plan de gasto en infraestructura, dado lo crítico que es para proyectar el mensaje populista de Trump, es probable que el presidente le dé prioridad y trate de aprobarlo antes del cierre del año. No obstante, varios congresistas republicanos no son partidarios de que el Gobierno desembolse grandes cantidades, sino más bien plantean asociaciones público-privadas (como nuestras APP). 

Paul Ryan, presidente de la Cámara Baja, plantea que por cada dólar que el Gobierno gaste, el sector privado debería gastar US$40. Si se aplica esta lógica a un plan de US$1 billón, entonces el Gobierno aportaría US$25.000 millones distribuidos a través de varios años. Esto representa un estímulo bastante bajo para una economía tan grande como la de EE.UU. 

Por otro lado, si bien el mensaje de que el Gobierno mejorará la infraestructura del país y creará millones de puestos de trabajo es precisamente lo que el estadounidense de a pie quiere escuchar, la realidad no es tan sencilla. La economía de EE.UU., con una tasa de desempleo de 4,8%, está en niveles de pleno empleo. ¿De dónde saldrán los trabajadores para construir las maravillosas carreteras, puentes y aeropuertos? ¿Se podrían abrir las fronteras para que ingresen inmigrantes a cubrir los millones de empleos que se crearán? Tengo la impresión de que Trump no estaría de acuerdo con esto último.

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